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REFLEXIÓN

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Pagando por servir

Publicación:  viernes 24 septiembre 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Colosenses 3:23-24


Reflexión

Tiempos atrás una adolescente le dio a su padre una lección clara y práctica sobre el trabajo. Ella se ofreció a usar una de sus semanas de vacaciones de verano, para cuidar a un niño autista, pagando por eso. ¿Porqué habría de hacerlo?

Esa pregunta cruzó por la mente del padre cuando visitó, con su familia, Campo Barnabás, una entidad para niños con necesidades especiales, localizada en Purdy, Missouri. Su hija Megan, como muchos otros increíbles adolescentes, dedicó su semana para cuidar y demostrar amor y compasión a un niño en esa entidad.

Esos adolescentes pagan una contribución para poder servir a otros. Cuando se le preguntó a Megan por qué ella estaba dispuesta a trabajar y pagar por ese privilegio, ella dijo: “para poder ir a un gran campamento y trabajar con los niños más increíbles”

Megan fue al inicio designada para trabajar en la cocina, pero Dios organizó la semana de tal manera que le dio la oportunidad de servir a un niño con necesidades especiales, eso resultó ser una experiencia única, encantadora e inolvidable para ella. ¡Imagínese pagar para servir a una persona en condiciones no favorables y amar cada minuto!

Relacionemos eso al hombre y mujer típicos del mercado de trabajo actual. Más de la mitad de los adultos que participaron en una encuesta, declararon que no les gusta su trabajo. Ellos consideran sus empleos como un “mal necesario” y lo desempeñan apenas para ganar dinero suficiente con el propósito de sustentar el estilo de vida que escogieron. Esas personas odian cuando el reloj les dice que es hora de ir al trabajo y más bien esperan con ansiedad que ese reloj les muestre que finalmente es hora de ir a casa.

¿Cuál es la diferencia entre aquellos que verdaderamente les gusta su trabajo y de los que lo odian? Aunque existan muchas respuestas diferentes, una razón importante envuelve la vocación y la dirección de Dios para nuestra vida.

Si estamos haciendo lo que Dios nos vocacionó, nos equipó y nos dotó para hacer, probablemente estamos sintiendo más alegría que sufrimiento en nuestro trabajo. El rey Salomón enseñó: “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón”

Siglos más tarde, el apóstol Pablo menciona que la satisfacción y la realización en el trabajo son grandemente determinadas por nuestro foco. El apóstol dijo: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” .

¿A usted le gusta y descubre gran alegría en el corazón al desempeñar sus responsabilidades en el trabajo? Si la respuesta es sí, usted es una persona bendecida y probablemente, forma parte de una minoría.

Mis queridos hermanos y amigos, cuando a las personas les gusta lo que están haciendo, probablemente lo que hagan lo hacen bien, porque lo realizan con entusiasmo. Para los que no les gusta su trabajo tenemos un consejo: Sería sabio hacer una pausa y evaluar lo que está haciendo. Pregúntele a Dios si está siguiendo su vocación y la dirección que Él le dio a su vida.

Nuestro Señor nos da las herramientas, en forma de dones y talento, para poder hacer nuestro trabajo con entusiasmo. Así mismo nos da los trabajos para que a través de ellos recibamos la bendición de suplir para nuestras familias y realizarnos en lo que hacemos. La gran diferencia en nuestro diario vivir es nuestra actitud hacia lo que Dios nos da, puede ser una de queja y descontento o una de agradecimiento y gozo, nosotros decidimos.

Que Dios te bendiga