Lectura de hoy
Desconoce quién realizó la buena acción
Mateo 5:14-16
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni...
REFLEXIÓN
Un estudiante de la Universidad de Costa Rica (UCR) expresó su agradecimiento a una persona...
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Estudio Bíblico de la semana
A.04.- Siguiendo a Jesús
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Este estudio nos lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del cristianismo como una forma de vida. ... |
Nuestro ayudador
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No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios... 2 Corintios 3-5
Reflexión
En un suntuoso hotel noruego había muchos huéspedes que buscaban allí descanso y placentera vacación. Todo era ideal, si no fuese por una niñita que, empezando a estudiar música, insistía en ocupar el piano con frecuencia. Tocaba el piano con un dedo: una nota y un discorde. Con el natural resultado que cuando los otros huéspedes veían a esta niña acercarse al piano, de común acuerdo salían a gozar del aire libre, dejándola dueña del salón.
Llegó a este mismo hotel un renombrado músico que en seguida se dio cuenta de la situación. En vez de ausentarse como los otros, un día él se sentó al lado de la niña, y cada vez que ella tocaba una nota, él tocaba un acorde de música exquisita. Ella tocaba otra nota, y otra y otra, mientras él continuaba introduciendo un acompañamiento encantador. La música alcanzó a los huéspedes que, por primera vez, oían sonidos armoniosos emanar del piano, e intrigados, volvieron. La niña siguió su ejercicio y el músico prodigando su acompañamiento y, cuando ella hizo el discorde más terrible, él improvisó un arranque de armonía aun más sublime.
Así siguieron durante veinte minutos y luego el pianista, tomando la mano de la niñita, dijo: Señoras y señores, deseo presentarles a la señorita a quien ustedes deben el concierto de esta tarde.
La niña sabía perfectamente que ella no era quien había producido la música, pero todos dieron muestras de agradecimiento al músico.
Mis queridos hermanos y amigos, Este pequeño relato debe animarnos a seguir adelante. Nosotros somos esa criatura en el piano de la providencia de Dios. Hemos hecho todo lo posible para producir música con un dedo y vez tras vez hemos tenido la conciencia de haber fracasado, produciendo sólo acordes desafinados. Mas, ioh!, hemos hallado al Espíritu Santo a nuestro lado, y Él ha convertido cada una de nuestras notas discordantes en noble armonía. La explicación es muy simple y está en las Escrituras, nuestra capacidad proviene de nuestro Señor.
Que Dios te bendiga
Llegó a este mismo hotel un renombrado músico que en seguida se dio cuenta de la situación. En vez de ausentarse como los otros, un día él se sentó al lado de la niña, y cada vez que ella tocaba una nota, él tocaba un acorde de música exquisita. Ella tocaba otra nota, y otra y otra, mientras él continuaba introduciendo un acompañamiento encantador. La música alcanzó a los huéspedes que, por primera vez, oían sonidos armoniosos emanar del piano, e intrigados, volvieron. La niña siguió su ejercicio y el músico prodigando su acompañamiento y, cuando ella hizo el discorde más terrible, él improvisó un arranque de armonía aun más sublime.
Así siguieron durante veinte minutos y luego el pianista, tomando la mano de la niñita, dijo: Señoras y señores, deseo presentarles a la señorita a quien ustedes deben el concierto de esta tarde.
La niña sabía perfectamente que ella no era quien había producido la música, pero todos dieron muestras de agradecimiento al músico.
Mis queridos hermanos y amigos, Este pequeño relato debe animarnos a seguir adelante. Nosotros somos esa criatura en el piano de la providencia de Dios. Hemos hecho todo lo posible para producir música con un dedo y vez tras vez hemos tenido la conciencia de haber fracasado, produciendo sólo acordes desafinados. Mas, ioh!, hemos hallado al Espíritu Santo a nuestro lado, y Él ha convertido cada una de nuestras notas discordantes en noble armonía. La explicación es muy simple y está en las Escrituras, nuestra capacidad proviene de nuestro Señor.
Que Dios te bendiga