Lectura de hoy
Como los árboles de California
1 Corintios 12:26-27
Y si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro es honrado, todos...
REFLEXIÓN
Aunque nunca he visto los árboles Sequoia de California, conocidos como los "Redwoods", me...
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Estudio Bíblico de la semana
Nunca se rindan
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Cualquiera que se extravía y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo. 2 Juan 1:9
Reflexión
Sir Winston Churchill repitió tres veces en la escuela el octavo grado debido a que le costaba aprender. Es algo irónico que años después, ¡la Universidad de Oxford le pidiera pronunciar el discurso de la fiesta de graduados!
Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el público le brindó aplausos de aprecio.
Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se paraba firmemente delante de sus admiradores.
Luego colocó el sombrero sobre el atril. Mirando directamente a la ansiosa audiencia, gritó con voz vibrante de autoridad: "¡Nunca se rindan!" Transcurrieron algunos segundos. Se alzó en puntas de pie y gritó nuevamente: "¡Nunca se rindan!"
Sus palabras tronaron a través del auditorio. Se hizo un profundo silencio mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero y ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso había terminado.
El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford. Aun así, su mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el resto de sus vidas.
Mis queridos hermanos y amigos, tal y como el apóstol Juan nos dice: “…el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo.” Por tanto, los que perseveramos hasta el fin, lo hicimos con Su fuerza y no con la nuestra. Tanto de Sir Winston Churchill como de Juan podemos aprender la lección. No hay que rendirse nunca, hay que perseverar en el Señor.
Que Dios te bendiga
Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el público le brindó aplausos de aprecio.
Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se paraba firmemente delante de sus admiradores.
Luego colocó el sombrero sobre el atril. Mirando directamente a la ansiosa audiencia, gritó con voz vibrante de autoridad: "¡Nunca se rindan!" Transcurrieron algunos segundos. Se alzó en puntas de pie y gritó nuevamente: "¡Nunca se rindan!"
Sus palabras tronaron a través del auditorio. Se hizo un profundo silencio mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero y ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso había terminado.
El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford. Aun así, su mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el resto de sus vidas.
Mis queridos hermanos y amigos, tal y como el apóstol Juan nos dice: “…el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo.” Por tanto, los que perseveramos hasta el fin, lo hicimos con Su fuerza y no con la nuestra. Tanto de Sir Winston Churchill como de Juan podemos aprender la lección. No hay que rendirse nunca, hay que perseverar en el Señor.
Que Dios te bendiga