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Lectura de hoy
¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¿Quién Sabe?
Romanos 8:28
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a...
REFLEXIÓN
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar...
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Estudio Bíblico de la semana
Ideas raras acerca del arrepentimiento
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Pero Dios ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos sus profetas: que su Cristo habría de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo... Hechos 3:18-19
Reflexión
Los no creyentes tienen ideas falsas acerca del arrepentimiento. Algunos creen que Dios les va a enviar una señal inequívoca desde lo alto… y se sientan a esperar.
Unos hombres estaban conversando sobre este tema y decían:
-- Vea, hasta ahora no me ha tocado, decía el primero.
-- ¿Qué es lo que no le ha tocado? preguntaba el segundo.
-- Bueno, a algunos los toca y a otros no. En mi pueblo hubo mucho interés hace algunos años. La conversión les llegó a algunos de mis vecinos, pero no me tocó a mí, replicó.
El hombre creía que el arrepentimiento iba a bajar algún día del cielo como un rayo y que iba a tocarlo.
Otro hombre dijo que esperaba tener alguna sensación extraña, como escalofríos, el día que le tocara.
Mis queridos hermanos y amigos, una de las mejores definiciones de arrepentimiento la dio un soldado. Cuando se le preguntó cómo se había convertido, contestó: --El Señor me dijo Alto. Atención. Media vuelta a la derecha. Marche. Y eso fue todo. Cambié la ruta.
El arrepentimiento no es cuestión de sensación, es de decisión. Es un cambio de actitud. Es decidir vivir la vida para agradar a Dios y no para agradarse a uno mismo. La palabra en griego consignada en La Biblia para arrepentimiento es “metanoia”, o sea “cambio de rumbo”. Es decirle a nuestro Señor: El rumbo que traía no es el correcto, hoy cambio de rumbo y prosigo por el camino que Tú me mandes. Tú Señor decides mi destino… yo no.
El tema aquí es que el nuevo estilo de vida no es posible vivirlo sin el poder del Señor. Por lo tanto, siempre el arrepentimiento precede al perdón y siempre el perdón precede a la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Con el Espíritu de poder en nosotros, sí es posible vivir una vida que le agrade al Señor, solo así es posible. Hagamos de Jesús el Señor de nuestras vidas y vivamos una vida que le agrade porque de allí se deriva la verdadera paz.
Que Dios te bendiga
Unos hombres estaban conversando sobre este tema y decían:
-- Vea, hasta ahora no me ha tocado, decía el primero.
-- ¿Qué es lo que no le ha tocado? preguntaba el segundo.
-- Bueno, a algunos los toca y a otros no. En mi pueblo hubo mucho interés hace algunos años. La conversión les llegó a algunos de mis vecinos, pero no me tocó a mí, replicó.
El hombre creía que el arrepentimiento iba a bajar algún día del cielo como un rayo y que iba a tocarlo.
Otro hombre dijo que esperaba tener alguna sensación extraña, como escalofríos, el día que le tocara.
Mis queridos hermanos y amigos, una de las mejores definiciones de arrepentimiento la dio un soldado. Cuando se le preguntó cómo se había convertido, contestó: --El Señor me dijo Alto. Atención. Media vuelta a la derecha. Marche. Y eso fue todo. Cambié la ruta.
El arrepentimiento no es cuestión de sensación, es de decisión. Es un cambio de actitud. Es decidir vivir la vida para agradar a Dios y no para agradarse a uno mismo. La palabra en griego consignada en La Biblia para arrepentimiento es “metanoia”, o sea “cambio de rumbo”. Es decirle a nuestro Señor: El rumbo que traía no es el correcto, hoy cambio de rumbo y prosigo por el camino que Tú me mandes. Tú Señor decides mi destino… yo no.
El tema aquí es que el nuevo estilo de vida no es posible vivirlo sin el poder del Señor. Por lo tanto, siempre el arrepentimiento precede al perdón y siempre el perdón precede a la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Con el Espíritu de poder en nosotros, sí es posible vivir una vida que le agrade al Señor, solo así es posible. Hagamos de Jesús el Señor de nuestras vidas y vivamos una vida que le agrade porque de allí se deriva la verdadera paz.
Que Dios te bendiga