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REFLEXIÓN

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Publicación:  miĆ©rcoles 30 noviembre 2022   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9


Reflexión

Michael Jordan quizá no sea el mejor jugador de baloncesto que haya jugado, pero incontables críticos y admiradores así lo creen. Es difícil pensar que el defensor y atacante estrella de los Chicago Bulls no haya sido siempre una persona descollante, pero no lo fue siempre. A Jordan lo separaron de su equipo de baloncesto del colegio cuando estaba en el segundo año.

Él mismo contó: “El día de la lista de bajas, un amigo Leroy Smith y yo, nos dirigimos al gimnasio para mirar juntos. Si tu nombre estaba en la lista, eras del equipo. El nombre de Leroy estaba, el mío no. Pasé el día entero como entumecido. Después de clases, corrí a casa, cerré la puerta de mi habitación y lloré con fuerzas”.

Michael Jordan no formaba parte del equipo, pero no se rindió.

Al final de la temporada regular, reunió todo su valor para preguntarle al entrenador si podía ir en el autobús con el equipo hasta el torneo del distrito. El entrenador estuvo de acuerdo... pero solamente si Jordan llevaba los uniformes de los jugadores. Una tarea humilde. ¡Eso fue lo que hizo!

El verano siguiente Michael practicó esforzadamente todos los días. El siguiente año se integró al equipo de la “Universidad de Carolina del Norte”.

En su primer año como estudiante, su equipo ganó el campeonato universitario y él se puso en marcha... después de eso nunca se detuvo. Llegó a ser el más famoso jugador de nuestra era, o por lo menos está entre los primeros tres.

Él nos dio una gran lección. Un hombre no está acabado cuando lo derrotan. Está acabado cuando se rinde.

Mis queridos hermanos y amigos, en nuestra vida cristiana es igual. Todos los días luchamos, algunos días sentimos que perdimos la batalla, otros que la ganamos. Pero cuando volvemos nuestra mirada al Señor y no la despegamos de allí, Él nos hace “más que vencedores” y no para de decirnos: “esfuérzate y se valiente”. Confía, yo peleo tus batallas.

Que Dios te bendiga