Lectura de hoy
¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¿Quién Sabe?
Romanos 8:28
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REFLEXIÓN
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar...
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Estudio Bíblico de la semana
El conejito que se quería escapar
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¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás.
Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra. Salmos 139:7-10
Reflexión
Margaret Wise Brown es conocida por sus sencillos, y a la vez profundos, libros para niños. Uno de los preferidos es “The Runaway Bunny” (El conejito que se quería escapar). Trata acerca de un conejito que le dice a su mamá que ha decidido escapar.
«Si te escapas -dijo la madre- yo correré tras de ti porque tú eres mi conejito.» Y luego sigue diciéndole que si él se convierte en pez y se mete en un arroyo, ella se convertirá en pescadora y lo pescará. Si él se convierte en niño, ella se convertirá en mamá humana y lo atrapará y lo abrazará. Haga lo que haga el conejito, su madre, obstinada y persistentemente siempre irá tras de él, no desistirá ni se dará por vencida.
«¡Caramba! -dice al fin el conejito- más vale que me quede donde estoy y sea tu conejito.»
«Cómete una zanahoria» -dice entonces la madre.
Mis queridos hermanos y amigos, esta historia nos recuerda las palabras de David, “¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Demos gracias a Dios por su implacable amor por nosotros: siempre buscando, siempre presente y siempre guiando. Él es nuestro Señor, nosotros, como en el cuento, sus conejitos.
Que Dios te bendiga
«Si te escapas -dijo la madre- yo correré tras de ti porque tú eres mi conejito.» Y luego sigue diciéndole que si él se convierte en pez y se mete en un arroyo, ella se convertirá en pescadora y lo pescará. Si él se convierte en niño, ella se convertirá en mamá humana y lo atrapará y lo abrazará. Haga lo que haga el conejito, su madre, obstinada y persistentemente siempre irá tras de él, no desistirá ni se dará por vencida.
«¡Caramba! -dice al fin el conejito- más vale que me quede donde estoy y sea tu conejito.»
«Cómete una zanahoria» -dice entonces la madre.
Mis queridos hermanos y amigos, esta historia nos recuerda las palabras de David, “¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Demos gracias a Dios por su implacable amor por nosotros: siempre buscando, siempre presente y siempre guiando. Él es nuestro Señor, nosotros, como en el cuento, sus conejitos.
Que Dios te bendiga