Lectura de hoy
La oración de un boxeador
2 Corintios 10:3-6
Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia...
REFLEXIÓN
Se cuenta que en cierto lugar un boxeador se convirtió al cristianismo y dejando las cuerdas...
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Estudio Bíblico de la semana
El brochazo
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Jehová le respondió:
—Yo haré pasar toda mi bondad delante de tu rostro y pronunciaré el nombre de Jehová delante de ti, pues tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente… Éxodo 33:19
Reflexión
Una vez un artista estaba pintando la bóveda de un templo y con frecuencia daba unos pasos hacia atrás en el andamio, para contemplar su obra. Se encontraba tan absorto contemplando su trabajo, que no se había dado cuenta de que iba a caer en el pavimento que estaba a gran distancia del andamio.
Otro pintor, hermano de aquel, viéndolo en peligro y comprendiendo que una palabra podría apresurar su caída, arrojó una brocha sobre el cuadro que contemplaba el artista que estaba en peligro. Este pintor, sorprendido y enojado, violentamente se dirigió hacia adelante: así se salvó de una caída que hubiera sido mortal.
Mis queridos hermanos y amigos, así también, Dios algunas veces destruye las halagadoras esperanzas de nuestro corazón, para advertirnos el grave peligro en que estamos, pues solo Él puede conocer de antemano las consecuencias de nuestros actos.
Muchas veces no entendemos que por estar tan absortos en nuestros propios logros, éxitos y ambiciones, damos pasos en falso que podrían destruir nuestras propias vidas. Dios, en su misericordia, interviene entonces para despertar nuestra conciencia dormida.
A veces Él lanza su brocha contra el cuadro de nuestra vanidad para demostrarnos que nos ama y que más que estar interesado en nuestros éxitos, Él está interesado en nosotros como sus hijos.
La próxima vez que la brocha del Señor manche nuestro cuadro, démosle gracias, porque de seguro nos libró de caernos del andamio.
Que Dios te bendiga
Otro pintor, hermano de aquel, viéndolo en peligro y comprendiendo que una palabra podría apresurar su caída, arrojó una brocha sobre el cuadro que contemplaba el artista que estaba en peligro. Este pintor, sorprendido y enojado, violentamente se dirigió hacia adelante: así se salvó de una caída que hubiera sido mortal.
Mis queridos hermanos y amigos, así también, Dios algunas veces destruye las halagadoras esperanzas de nuestro corazón, para advertirnos el grave peligro en que estamos, pues solo Él puede conocer de antemano las consecuencias de nuestros actos.
Muchas veces no entendemos que por estar tan absortos en nuestros propios logros, éxitos y ambiciones, damos pasos en falso que podrían destruir nuestras propias vidas. Dios, en su misericordia, interviene entonces para despertar nuestra conciencia dormida.
A veces Él lanza su brocha contra el cuadro de nuestra vanidad para demostrarnos que nos ama y que más que estar interesado en nuestros éxitos, Él está interesado en nosotros como sus hijos.
La próxima vez que la brocha del Señor manche nuestro cuadro, démosle gracias, porque de seguro nos libró de caernos del andamio.
Que Dios te bendiga