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Recibí flores hoy

Publicación:  lunes 1 febrero 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo. 1 Pedro 3:7


Reflexión

No es mi cumpleaños ni ningún otro día especial. Tuvimos un disgusto anoche, y él me golpeó; pero sé que él está arrepentido, porque me mandó flores hoy.
Recibí flores hoy. No es nuestro aniversario ni ningún otro día especial. Anoche me lanzó contra la pared y comenzó a ahorcarme; pero sé que él está arrepentido, porque me mandó flores hoy.
Recibí flores hoy. No es el Día de la Madre ni ningún otro día especial. Tenía tantos moretones que me dio pena contestar a la puerta; pero sé que él está arrepentido, porque me mandó flores hoy.
Si lo abandono, ¿a dónde puedo ir? ¿Cómo me gano la vida? ¿Y qué será de mis hijos?
La situación empeora cada vez más, pero temo dejarlo; pero sé que él está arrepentido, porque me mandó flores hoy.
Recibí flores hoy. Mi familia y mis amigos desfilaron ante el féretro para verme, preguntándose por qué no había dejado a mi marido. ¡Si sólo hubiera tenido la fuerza y el valor para dejarlo!; pero no lo hice, así que recibí flores hoy.

Este imaginario relato póstumo escrito a modo de poema en 1991 por Allen «Two Trees» Dowdell, casado con una mujer que fue víctima de maltrato a manos de su marido anterior, nos obliga a encarar los innumerables casos de mujeres que aún en el siglo veintiuno se dejan maltratar y no le ponen fin a la violencia por el miedo que le tienen a su agresor. A escala mundial, el 35 por ciento de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por una persona distinta de su pareja. En Latinoamérica una de cada seis mujeres es víctima de maltrato y no lo denuncia. El flagelo de la agresión no se detiene y nos muestra una descomposición sistemática de nuestra sociedad.
 
Mis queridos hermanos y amigos, gracias a Dios, toda víctima de semejante violencia puede acudir a Él con la confianza no sólo de que comprende su dolor, sino también de que tiene poder para darle la fuerza necesaria para abandonar al victimario y buscar ayuda profesional. La Biblia le ordena a los esposos amar y cuidar a sus esposas, no maltratarlas ni esclavizarlas. Todos los creyentes tenemos la obligación de velar los unos por los otros, de denunciar cuando somos conscientes de agresiones y de acompañar a aquellos que han sido heridos emocional, espiritual o físicamente. Salgamos a ser creyentes activos, a eso nos llama el Señor.

Que Dios te bendiga