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Dos mares

Publicación:  martes 10 noviembre 2020   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes bien vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir”. Hechos 20:32-35


Reflexión

Hay dos mares en Palestina. Uno es fresco y lleno de peces, hermosas plantas adornan sus orillas; los árboles extienden sus ramas sobre él y alargan sus sedientas raíces para beber sus saludables aguas y en sus playas los niños juegan. El río Jordán hace este mar con burbujeantes aguas de las colinas, que ríen en el atardecer. Los hombres construyen sus casas en la cercanía y los pájaros sus nidos y toda clase de vida es feliz de estar allí.

El río Jordán corre hacia el sur a otro mar, allí no hay trazas de vida, ni murmullos de hojas, ni canto de pájaros, ni risas de niños. Los viajeros escogen otra ruta, solamente por urgencia lo cruzan, el aire es espeso sobre sus aguas y ningún hombre ni bestias, ni aves la beben.

¿Qué hace esta gran diferencia entre mares vecinos? No es el río Jordán. Él lleva la misma agua a los dos. No es el suelo sobre el que están, ni el campo que los rodea. La diferencia es ésta: El mar de Galilea recibe al río pero no lo retiene. Por cada gota que a él llega, otra sale. El mar Muerto por su parte retiene su ingreso y cada gota que llega, allí queda.

Mis queridos hermanos y amigos, ¡qué gran ejemplo que nos da Dios a través de la naturaleza! Aprendamos a ser canal de bendición para otros, si Dios nos bendice con su amor, demos amor a los que nos rodean, si Él nos da perdón ofrezcamos perdón, si nos da bienes materiales, démoslos también, todos hemos recibido algo directamente del cielo para continuar fluyendo hacia los demás, no permitamos que se estanque allí. Seamos como el Mar de Galilea y no como el Mar Muerto.

Que Dios te bendiga