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Cumbres no alcanzadas

Publicación:  miĆ©rcoles 4 noviembre 2020   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:7-8


Reflexión

Una vez más miró la cumbre: la ansiada cumbre, que parecía escapar de sus manos cada vez que quería alcanzarla. El invierno en Alaska estaba duro. La nevada había sido cruel y los músculos del anciano estaban frígidos. Norman Vaughan, de ochenta y ocho años de edad, miró por última vez la cumbre de la montaña que lleva su nombre y nuevamente hizo el esfuerzo de escalarla. Pero hacía demasiado frío, así que Vaughan desistió. Era la décima vez que fracasaba.

Allá por 1928, el célebre almirante Richard Byrd había bautizado esa montaña, de tres mil quinientos metros de altura, con el nombre de Vaughan, en honor de su ayudante. Vaughan tenía en aquel entonces veintitrés años de edad. Durante sesenta y cinco años, Vaughan había tratado de alcanzar la cima, pero sin éxito. Esta última vez, cansado y triste, dio media vuelta con sus ayudantes y su equipo, y abandonó el intento.

¡Cuántas veces en la vida deseamos alcanzar una cima y no lo logramos! ¡Cuántos estudiantes comienzan con fe y esperanza la carrera de sus sueños, y a veces, aun antes de concluido el primer año, ya están guardando sus libros y archivando sus esperanzas!

¡Cuántos jóvenes ilusionados llegan a la gran ciudad con sueños de ser estrellas, y terminan lavando la losa en un restaurante de segunda, o lustrando autos en una gasolinera! ¡Cuántos hombres entran en la arena política soñando con llegar a la presidencia, pero quedan deshechos a mitad de camino por las intrigas, las falsedades y los espejismos de la complejidad política!

¿Y qué de los sueños acerca del matrimonio? ¡Cuántos jóvenes comienzan llenos de ilusiones, soñando con alcanzar la cúspide de la felicidad, sólo para descubrir, amargados, que la relación con su pareja no fue más que una pasión efímera!

Mis queridos hermanos y amigos, llegar a una cumbre es difícil. Nada que tiene valor viene fácil. Mientras más grande es lo que buscamos, más difícil es alcanzarlo. Así es la vida; pero está compuesta de años, meses, semanas y días. El secreto del éxito consiste en lograr las hazañas de la vida un día a la vez.
Así sucede también con las inquietudes espirituales. Si esperamos saber todos los detalles de la eternidad antes de emprender la subida, nunca obtendremos paz. Busquemos a Dios un día a la vez.

El apóstol Pablo, en los días previos a ser ejecutado, escribió a Timoteo, su discípulo, "He peleado la buena batalla". Cada día y todos los días Pablo trabajó y creció para el Señor, hasta el día de su muerte. Nosotros debemos hacer lo mismo y entonces diremos como él: "he acabado la carrera, he guardado la fe... me está reservada la corona de justicia".

Que Dios te bendiga