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De una semillita

Publicación:  martes 3 noviembre 2020   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. Juan 12:24-26


Reflexión

La historia que tiene más de un siglo, cuenta que una princesa agonizaba. En su lecho de muerte, pidió que su tumba fuese cubierta con una gran piedra de granito y que alrededor hubiese otras piedras sellando la lápida. También dio órdenes de afianzar las piedras con abrazaderas de hierro. A pedido suyo, la lápida llevaría escrito: "Esta tumba, comprada para toda la eternidad, jamás deberá abrirse".

Aparentemente, durante el entierro se metió en la tumba una bellotita. Pasado un tiempo empezó a asomarse un brotecito en medio de las piedras. La bellota había podido absorber suficiente alimento como para crecer. Después de varios años de crecimiento, un robusto roble se levantaba entre las abrazaderas de hierro. El hierro no pudo con el roble y sus raíces lo rompieron, dejando al descubierto la tumba que nunca debía abrirse. La nueva vida se abrió camino desde el lecho de muerte con una semillita.

Mis queridos hermanos y amigos, todos los días tenemos infinidad de oportunidades para aprovechar un nuevo comienzo. Generalmente, los nuevos comienzos se inician cuando alguna otra cosa termina. Es así como, cuando morimos a nuestra antigua vida, encontramos nueva vida en Cristo. Estando muertos en nuestro pecado, nos dio nueva vida juntamente con Él. No fue accidental que el robusto roble, que es uno de los árboles más altos y fuertes del mundo, se inicie a partir de una pequeña semillita que murió. Ese es un principio universal, hay que morir al pasado para tener vida en el presente y esperanza en el futuro.

Que Dios te bendiga