Lectura de hoy

El ciego sanado

Apocalipsis 2:4-5

Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído...

REFLEXIÓN

Había un chico que odiaba ser ciego. Odiaba a todos, excepto a su novia amorosa. Ella siempre...

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Estudio Bíblico de la semana

F.08.- La gloria de Dios

Lecturas Estudio que analiza el concepto de la gloria de Dios maniefestada a su pueblo en el Antiguo Testamento en el Templo y la gloria de Dios manifestada en Jesucristo ...

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Separaciones necesarias

Publicación:  miĆ©rcoles 16 septiembre 2020   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Hebreos 4:12-13


Reflexión

Desde antes que nacieran, ya eran la alegría de la familia. Hasta los cinco hijos en el hogar esperaban el arribo con entusiasmo. Pero cuando Clara y Altagracia nacieron, allí comenzó la gran preocupación. Eran dos preciosas y saludables niñas que venían a engrosar la familia Rodríguez, pero eran siamesas. Sus cuerpecitos estaban unidos por el abdomen y la cintura.

Cuando las niñas cumplieron trece meses de edad, las llevaron a la ciudad de Filadelfia, Pennsylvania, en los Estados Unidos. Allí un equipo de veintitrés cirujanos, dirigidos por el Dr. Everett Koop, trabajaron para separarlas. Cada una de ellas tenía sus propios órganos internos, aunque estaban entrelazados. Separarlos fue toda una hazaña de la cirugía. Al terminar la operación, el Dr. Koop anunció: «Las niñas crecerán sanas y normales. Hasta podrán tener hijos normales cuando sean grandes y se casen.»

¡Qué estupendas son las proezas de la medicina! El hábil bisturí sabe penetrar hasta lo más profundo de la carne humana, y dividir tejidos, vasos, órganos y nervios. Y después de hacer esas operaciones formidables en que se extirpan tumores, se cosen arterias, se injertan retinas y se trasplantan órganos, la persona operada queda sana y normal, viviendo y trabajando como si nada. Así fue el caso de las mellizas Rodríguez.

Si pudiéramos contemplar nuestro fuero interno con un aparato especial, capaz de penetrar alma y espíritu, veríamos que cada uno de nosotros lleva pegado, también, un hermano siamés. Nos referimos a ese «otro yo», esa segunda naturaleza que cada uno lleva y que se comporta muy diferente de la otra. Tal parece que somos dos personas juntas, pero no al modo de las lindas criaturas Clara y Altagracia.

En nuestro caso, una es buena y otra mala. Una tiene elevados sentimientos morales, y la otra, instintos de bestia. Una es capaz de grandes virtudes; la otra vive ligada a vicios y pasiones. Una eleva; la otra destruye. Es probable que alguno de nosotros se haya preguntado: «¿Por qué soy yo así?» El apóstol Pablo llamó a su naturaleza proclive a pecar "cuerpo de muerte" preguntándose quién lo librará de él. Inmediatamente vino la divina respuesta. "¡Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro!"

Mis queridos hermanos y amigos, debemos preguntarnos ¿Habrá quién pueda separar esos hermanos siameses que somos nosotros mismos? La respuesta es sí, es Jesucristo, el gran Médico divino. Al convertirse en ser humano, el eterno Hijo de Dios en verdad dio vida a su Palabra. La lectura de hoy nos dice que su Palabra "es viva y eficaz". Cargaremos ese cuerpo de muerte hasta que nos encontremos con nuestro creador, mientras tanto, viviremos con su Espíritu en nosotros y con Su Palabra dándonos fuerza y aliento. De esta forma viviremos siempre como Dios quiere... y para Su gloria.

Que Dios te bendiga