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La pelea de lobos

Publicación:  lunes 31 agosto 2020   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Tú eres el que viertes los manantiales en los arroyos; van entre los montes, dan de beber a todas las bestias del campo, mitigan su sed los asnos monteses.
En sus orillas habitan las aves del cielo; ¡cantan entre las ramas!
Él riega los montes desde sus aposentos; del fruto de sus obras se sacia la tierra.
Él hace brotar el heno para las bestias y la hierba para el servicio del hombre, para sacar el pan de la tierra, el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro y el pan que sustenta la vida del hombre.
Se llenan de savia los árboles de Jehová, los cedros del Líbano que él plantó. Allí anidan las aves; en las hayas hace su casa la cigüeña.
Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas, para madrigueras de los conejos.
Hizo la luna para los tiempos; el sol conoce su ocaso. Pones las tinieblas, y es de noche; en ella corretean todas las bestias de la selva.
Los leoncillos rugen tras la presa y reclaman de Dios su comida. Sale el sol, se recogen y se echan en sus cuevas.
Sale el hombre a su labor y a su labranza hasta la tarde.
Salmos 104:10-23


Reflexión

Cuando un lobo va perdiendo la pelea contra otro lobo, y entiende que ya no tiene posibilidades de ganar, el lobo perdedor ofrece apaciblemente la yugular al oponente, como si dijera "Perdí, acabemos con esto de una vez" Sin embargo, en ese momento, tiene lugar lo increíble. El lobo ganador, inexplicablemente, se paraliza. Una fuerza milenaria le impide matar al que desde la humildad, reconoce la derrota. Algún mecanismo primario se dispara en el lobo ganador y le recuerda que la especie es más importante, que el placer de eliminar al contrincante. ¡Qué maravillosa relojería instintiva! Nadie llamaría cobarde al lobo que se entrega, ni conmiserativo al que se paraliza, simplemente el milagro ocurre. Ni vencedor, ni vencido. Ambos lobos se alejan y la rueda de la vida continúa.

Mis queridos hermanos y amigos, nuestro Señor no se limitó a crear la vida sino también a sostenerla. En toda su creación ha puesto mecanismos que dan continuidad a su preciosa obra. Veamos la mano de nuestro Creador y alabemos su grandeza en todo lo que nos rodea y nos sostiene.

Que Dios te bendiga