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La diferencia entre una desgracia y un desastre

Publicación:  viernes 22 octubre 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Jesús le dijo:
—“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante:“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.
Mateo 22:37-40


Reflexión

Durante la segunda mitad del siglo XIX, dos hombres fuertes compitieron por el liderazgo del gobierno de Gran Bretaña: William Gladstone y Benjamín Disraeli.

Los dos políticos eran rivales formidables. El siguiente comentario de Disraeli nos permitirá entender cómo se sentía uno respecto del otro: «¿La diferencia entre una desgracia y un desastre? Si Gladstone se cayera al río Támesis, sería una desgracia; pero si alguien lo sacara, sería un desastre».

Mucha gente cree que Gladstone, líder del Partido Liberal por tres décadas, personificaba las mejores cualidades de la Inglaterra victoriana. Era un servidor público profesional, un gran orador, especialista en finanzas y un hombre de moral intachable. Fue Primer Ministro del Reino Unido por cuatro períodos diferentes, la única persona en la historia de la nación en lograr tal honor. Bajo su liderazgo, Gran Bretaña estableció un sistema de educación nacional, instituyó reformas parlamentarias y vio cómo se permitía votar a un número importante de gente de las clases obreras.

Benjamín Disraeli, quien sirvió dos veces como Primer Ministro tenía un trasfondo diferente. Entró a la política cuando tenía unos treinta años, haciéndose de una reputación como diplomático y reformador social. Pero su más grande logro fue dirigir la compra por parte de Inglaterra de acciones en el canal de Suez.

Aunque ambos hombres hicieron mucho por Gran Bretaña, lo que los separaba realmente como líderes era su acercamiento a la gente.

La diferencia puede ser ilustrada por una historia contada por una joven que cenó con cada uno de ellos en dos noches consecutivas. Cuando se le preguntó su impresión de ellos, dijo: «Cuando salí del salón después de haber estado sentada cerca del señor Gladstone, creía que él era el hombre más inteligente de Inglaterra. Pero después de haber estado sentada cerca del señor Disraeli, creía que yo era la mujer más inteligente de Inglaterra». Disraeli poseía la cualidad de atraer a la gente hacia él y hacer que quisieran seguirlo. Tenía carisma.

Mis queridos hermanos y amigos, la mayoría de la gente piensa que el carisma es algo místico, casi indefinible. Que es una cualidad que se trae de nacimiento y que no se puede adquirir. Pero eso no es cierto. El carisma, dicho claramente, es la habilidad de atraer a la gente hacia sí mismo. Y como otras características del carácter, se puede desarrollar. Una persona genuinamente carismática es aquella que puede ponerse en la situación de otros, comprenderlos y actuar en consecuencia. De esta forma las personas se sentirán atraídas hacia él. Por lo tanto carismático y empático vienen a ser casi lo mismo. Ambas cualidades implican la comprensión de la situación de los otros pero no mueven a la acción, solamente a la atracción. Jesús por otra parte, nos mueve a la acción, A Él no solo le interesa que conozcamos las situaciones de nuestro prójimo, le interesa que actuemos en su favor. Así lo hizo Él y así mismo lo debemos hacer nosotros. Eso es precisamente lo que quiere decir ser sus discípulos.

Que Dios te bendiga