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El Sapo de la Santa Cruz

Publicación:  miĆ©rcoles 18 agosto 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



La mujer le dijo:
—Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
 Jesús le contestó:
—Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
 La mujer le dijo:
—Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga aquí a sacarla.
Juan 4:13-15


Reflexión

Los sapos se encuentran en todas partes del mundo y debido a que consumen enormes cantidades de insectos dañinos, son amigos del hombre. Tal vez el sapo más útil que se conozca es el que vive en las regiones semiáridas del centro de Australia. Se lo conoce con el nombre de “Sapo de la Santa Cruz”, debido a las manchas de su lomo, que asumen esa forma.

Este sapo es una cantimplora viviente. En las pocas ocasiones en que llueve, bebe el precioso fluido vital hasta hincharse. Durante las sequías que siguen a las lluvias, el batracio se esconde por meses en el barro y sobrevive gracias al agua que ha bebido.

Cuando los aborígenes de Australia se encuentran perdidos en medio del desierto durante la época de sequía, todo lo que necesitan hacer es buscar al sapo de la santa cruz para sobrevivir. Al extraer el agua de estas insólitas cantimploras, han logrado evitar las consecuencias fatales de la sequía, que hubieran sido catastróficas para todos los que desconocieran los hábitos de este sapo.

Mis queridos hermanos y amigos, tal como los aborígenes de Australia emplean el sapo de la santa cruz cuando necesitan del agua que da vida, las personas perdidas en el desierto de este mundo pueden ser liberadas milagrosamente de la muerte, al beber del agua de la vida que brota del manantial de la cruz. La historia bíblica nos cuenta que Moisés dio un golpe en la roca que representaba a Cristo y consiguió agua en el desierto. Jesús mismo amplió esta lección cuando le dijo a la mujer que estaba en el pozo: “Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”

Así pues, por medio de este humilde sapo, de Moisés y su roca milagrosa, y de Cristo y la mujer samaritana, se nos enseña la lección de que el agua es un elemento que da vida. Respondamos como la mujer de Samaria: “ Señor dame de esa agua”.

Que Dios te bendiga