Lectura de hoy
Visión 20/20
Juan 8:12
Otra vez Jesús les habló, diciendo: —Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará...
REFLEXIÓN
Los biólogos marinos, están adquiriendo en estos días abundantes conocimientos sobre los...
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Estudio Bíblico de la semana
A.03.- El Jesús histórico
Este estudio demuestra con claridad que Jesús es el Mesías esperado y el Hijo de Dios. Se citan las profecías más conocidas del Antiguo Testamento cumplidas en Jesús 400 o más años después. ... |
¡No le eches la culpa a la lechuga!
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Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 1 Corintios 3:8
Reflexión
Una noche, varios estudiantes esparcieron queso Limburgo sobre el labio superior de un compañero de cuarto mientras éste dormía. Al despertarse, el joven sintió el mal olor y exclamó: “¡Esta habitación huele mal!” Se asomó al pasillo y dijo: “¡El pasillo huele mal!” Saliendo del dormitorio dijo: “¡El mundo entero huele mal!”
¿Cuánto tiempo tardó en darse cuenta de que el problema estaba debajo de su nariz?
Es fácil, y hasta nos resulta natural, encontrar defectos en el mundo que nos rodea y seguir ciegos a la manera en que contribuimos al problema. ¿Seremos nosotros el problema?
Cuando plantamos lechuga y no crece bien, no le echemos la culpa a la lechuga, sino que busquemos las razones por las cuales no está creciendo bien. Tal vez necesite fertilizante, o más agua, o menos sol.
Mis queridos hermanos y amigos, la lechuga y el estudiante nos enseñan una verdad contrapuesta. El estudiante percibió el mal olor y lo atribuyó a todo lo demás excepto a él mismo, la lechuga fue sembrada y no creció bien, pero no fue su culpa sino del sembrador. En la vida a menudo se nos presentan situaciones desagradables que hemos provocado nosotros mismos y que rápidamente atribuimos a otros. Pensamos que el mal olor está en los demás y que la lechuga es culpable, no el sembrador. ¿Cuanto sufrimiento nos ahorraríamos si corrigiéramos nuestros malos olores y proporcionásemos buena tierra para la lechuga? No nos equivoquemos, no se trata de culparnos si no de corregirnos.
Que Dios te bendiga
¿Cuánto tiempo tardó en darse cuenta de que el problema estaba debajo de su nariz?
Es fácil, y hasta nos resulta natural, encontrar defectos en el mundo que nos rodea y seguir ciegos a la manera en que contribuimos al problema. ¿Seremos nosotros el problema?
Cuando plantamos lechuga y no crece bien, no le echemos la culpa a la lechuga, sino que busquemos las razones por las cuales no está creciendo bien. Tal vez necesite fertilizante, o más agua, o menos sol.
Mis queridos hermanos y amigos, la lechuga y el estudiante nos enseñan una verdad contrapuesta. El estudiante percibió el mal olor y lo atribuyó a todo lo demás excepto a él mismo, la lechuga fue sembrada y no creció bien, pero no fue su culpa sino del sembrador. En la vida a menudo se nos presentan situaciones desagradables que hemos provocado nosotros mismos y que rápidamente atribuimos a otros. Pensamos que el mal olor está en los demás y que la lechuga es culpable, no el sembrador. ¿Cuanto sufrimiento nos ahorraríamos si corrigiéramos nuestros malos olores y proporcionásemos buena tierra para la lechuga? No nos equivoquemos, no se trata de culparnos si no de corregirnos.
Que Dios te bendiga