Lectura de hoy
¿Qué sucedería si Dios…?
Jeremías 33:3
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces...
REFLEXIÓN
¿Qué sucedería si Dios instalara un contestador telefónico automático en el cielo? Imaginémonos...
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Estudio Bíblico de la semana
A.03.- El Jesús histórico
Este estudio demuestra con claridad que Jesús es el Mesías esperado y el Hijo de Dios. Se citan las profecías más conocidas del Antiguo Testamento cumplidas en Jesús 400 o más años después. ... |
El collar de María
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Antes bien, como está escrito: «Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman». 1 Corintios 2:9
Reflexión
Maria era una linda niña de cinco años de ojos relucientes. Un día mientras ella visitaba la tienda con su mamá, vio un collar de perlas de plástico que costaba $2.50 dólares. ¡Cuánto deseaba poseerlo! Preguntó a su mamá si se lo compraría, su mamá le dijo:
- Hagamos un trato, yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa, haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y no te olvides que para tu cumpleaños es muy posible que tu abuelita te regale un billete de un dólar ¡enterito!, ¿Está bien? María estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas.
María trabajó mucho con tesón todos los días para cumplir con sus tareas, y tal como su mamá le había mencionado, su abuelita le regaló un billete nuevo de dólar para su cumpleaños. En poco tiempo Maria canceló su deuda.
Maria amaba sus perlas, ella las llevaba puestas a todos lados, a la escuela, a la cama y cuando salía con su mamá. El único momento en el que no las usaba era cuando se bañaba, su mamá le había dicho que las perlas con el agua le pintarían el cuello de verde.
Maria tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando María iba a la cama, él se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido.
Una noche, cuando terminó el cuento, su padre le dijo: “¿María, tú me quieres?”, Oh si papá tú sabes que te quiero contestó María. “Entonces regálame tus perlas” pidió su padre.
“¡Oh papá!” No mis perlas. “Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita ¿la recuerdas? Tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños y te doy su ajuar también ¿está bien papá? afirmó María con mucha preocupación.
“Oh No hijita!, está bien, No importa dijo el amoroso padre, dándole un beso en la mejilla, “buenas noches pequeña”.
Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el diario cuento: “¿María, tú me quieres?”
“¡Oh si papá tú sabes que te quiero!” contestó María
“Entonces regálame tus perlas” pidió su padre.
¡Oh, papá No mis perlas! Pero te doy a Lazos, mi caballo de juguete, ¿lo recuerdas? Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él y hacerle trencitas. Tú puedes tenerlo si quieres papá, afirmó María.
“Oh no hijita, está bien,” le dijo su papá dándole nuevamente un beso en la mejilla, “Dios te bendiga buenas noches y dulces sueños”
Algunos días después, cuando el papá de Maria entró a su dormitorio para leerle el cuento, María estaba sentada en su cama y le temblaban los labios, “toma papá” dijo, y estiró su mano. La abrió y en su interior estaba su tan querido collar, el cual regaló a su padre.
Con una mano él tomó las perlas de plástico y con otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la caja había unas hermosas perlas genuinas. Él las había tenido todo ese tiempo, esperando que su hija renunciara a la baratija para poderle dar la pieza de valor.
Mis queridos hermanos y amigos, así es también nuestro Padre celestial. Él está esperando a que renunciemos a las cosas sin valor en nuestras vidas para podernos dar preciosos tesoros. Nosotros tendemos a apegarnos a las cosas materiales, que para Dios no tienen valor, y dejamos de lado las cosas que no vemos, que sí lo tienen. Como bien dijo Pablo: "no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas."
Que Dios te bendiga
- Hagamos un trato, yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa, haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y no te olvides que para tu cumpleaños es muy posible que tu abuelita te regale un billete de un dólar ¡enterito!, ¿Está bien? María estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas.
María trabajó mucho con tesón todos los días para cumplir con sus tareas, y tal como su mamá le había mencionado, su abuelita le regaló un billete nuevo de dólar para su cumpleaños. En poco tiempo Maria canceló su deuda.
Maria amaba sus perlas, ella las llevaba puestas a todos lados, a la escuela, a la cama y cuando salía con su mamá. El único momento en el que no las usaba era cuando se bañaba, su mamá le había dicho que las perlas con el agua le pintarían el cuello de verde.
Maria tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando María iba a la cama, él se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido.
Una noche, cuando terminó el cuento, su padre le dijo: “¿María, tú me quieres?”, Oh si papá tú sabes que te quiero contestó María. “Entonces regálame tus perlas” pidió su padre.
“¡Oh papá!” No mis perlas. “Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita ¿la recuerdas? Tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños y te doy su ajuar también ¿está bien papá? afirmó María con mucha preocupación.
“Oh No hijita!, está bien, No importa dijo el amoroso padre, dándole un beso en la mejilla, “buenas noches pequeña”.
Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el diario cuento: “¿María, tú me quieres?”
“¡Oh si papá tú sabes que te quiero!” contestó María
“Entonces regálame tus perlas” pidió su padre.
¡Oh, papá No mis perlas! Pero te doy a Lazos, mi caballo de juguete, ¿lo recuerdas? Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él y hacerle trencitas. Tú puedes tenerlo si quieres papá, afirmó María.
“Oh no hijita, está bien,” le dijo su papá dándole nuevamente un beso en la mejilla, “Dios te bendiga buenas noches y dulces sueños”
Algunos días después, cuando el papá de Maria entró a su dormitorio para leerle el cuento, María estaba sentada en su cama y le temblaban los labios, “toma papá” dijo, y estiró su mano. La abrió y en su interior estaba su tan querido collar, el cual regaló a su padre.
Con una mano él tomó las perlas de plástico y con otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la caja había unas hermosas perlas genuinas. Él las había tenido todo ese tiempo, esperando que su hija renunciara a la baratija para poderle dar la pieza de valor.
Mis queridos hermanos y amigos, así es también nuestro Padre celestial. Él está esperando a que renunciemos a las cosas sin valor en nuestras vidas para podernos dar preciosos tesoros. Nosotros tendemos a apegarnos a las cosas materiales, que para Dios no tienen valor, y dejamos de lado las cosas que no vemos, que sí lo tienen. Como bien dijo Pablo: "no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas."
Que Dios te bendiga