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Una noche de tormenta

Publicación:  lunes 14 octubre 2024   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Colosenses 3:23-24


Reflexión

Una noche tormentosa hace muchos años, un hombre mayor y su esposa entraron a la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia. Intentando conseguir resguardo de la copiosa lluvia, la pareja se aproximó al mostrador y preguntó: “¿Puede darnos una habitación?”

El empleado, un hombre atento con una cálida sonrisa les dijo: “Hay tres convenciones simultáneas en Filadelfia… Todas las habitaciones de nuestro hotel y de los otros están tomadas”.

El matrimonio se angustió pues era difícil que a esa hora y con ese tiempo horroroso fuesen a conseguir dónde pasar la noche. Pero el empleado les dijo: “Miren… no puedo enviarlos afuera con esta lluvia. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me quedare terminando trabajo de oficina”. El matrimonio lo rechazó, pero el empleado insistió de buena gana y finalmente terminaron ocupando su habitación.

A la mañana siguiente, al pagar la factura el hombre pidió hablar con él y le dijo: “Usted es el tipo de gerente que yo tendría en mi propio hotel. Quizás algún día construya un hotel para usted”. El conserje tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.

Pasaron dos años y el conserje recibe una carta de aquel hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un pasaje de ida y vuelta a Nueva York con la petición expresa de que los visitase. Con cierta curiosidad el joven no desaprovechó esta oportunidad de visitar gratis Nueva York y concurrió a la cita.

En esta ocasión el hombre mayor le llevó a la esquina de la Quinta Avenida y la Calle 34, justo al lado de lo que después sería el Empire State Building  y señaló con el dedo un imponente edificio de piedra rojiza y le dijo: “Mi nombre es William Waldorf Astor, he construido este hotel y quiero que usted sea el Gerente General, este es el hotel que he construido para usted”.

El empleado miró anonadado y dijo: “Es una broma, ¿verdad?” “Puedo asegurarle que no”, le contestó con una sonrisa cómplice el hombre mayor.

Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente de nombre George C. Boldt (el empleado en la noche lluviosa).

Mis queridos hermanos y amigos, cuando vivimos nuestra vida para agradar a nuestro Dios y no a los hombres, encontramos que, en cada paso, hay un propósito y una bendición escondida. Es un buen negocio vivir la vida para Dios, ser buenos vecinos, buenos padres, buenos hijos, buenos amigos, buenos jefes, buenos empleados. En fin, como hijos de nuestro Dios, imitar al modelo que Él mismo nos puso por delante… a Jesús. Ese es nuestro reto, esa es nuestra misión.

Que Dios te bendiga