Lectura de hoy
¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¿Quién Sabe?
Romanos 8:28
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a...
REFLEXIÓN
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar...
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Estudio Bíblico de la semana
Huellas
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Sean las costumbres vuestras sin avaricia; contentos de lo presente; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré Hebreos 13:5
Reflexión
Cierta noche un hombre tuvo un sueño. Soñó que caminaba en la playa con Jesucristo.
A través del espacio pasaban escenas de su vida. En cada escena se dejaban ver dos pares de huellas sobre la arena. Un par de huellas eran las suyas, el otro par eran las de Cristo.
Cuando la última escena de su vida pasó ante sus ojos volvió la vista a las huellas sobre la arena. Notó que muchas veces en la senda de su vida había solo un par de huellas. Notó además que esto sucedía en los momentos más tristes de su vida. Se propuso preguntar al Maestro. “Señor, cuando decidí seguirte, Tú también me prometiste caminar conmigo por todo el camino; pero he notado que en los pasos más difíciles de mi vida, solo se dejaban ver un par de huellas. No comprendo por qué, en los momentos en que más te necesitaba, me abandonaste.”
El Señor contestó: “!Mi amada y preciosa criatura! te amo infinitamente y nunca jamás te dejaré en tiempos de tribulaciones y sufrimientos. Donde ves en tu senda solo un par de huellas, son las mías cuando te llevaba en mis brazos.”
Mis queridos hermanos y amigos, esta pequeña historia revela una gran verdad, Jesús, nuestro Señor, prometió nunca dejarnos solos. Los creyentes a veces vivimos la vida como si el Señor no estuviera con nosotros y le buscamos solamente cuando le necesitamos. Él no es un Señor bombero que solo actúa para apagar fuegos. Él es un Señor que siempre, repetimos, siempre está y estará con nosotros. Él lo prometió y podemos estar seguros de que Jesús cumple todas sus promesas. Vivamos nuestra vida sabiendo que Él está con nosotros y disfrutemos de su compañía.
Que Dios te bendiga
A través del espacio pasaban escenas de su vida. En cada escena se dejaban ver dos pares de huellas sobre la arena. Un par de huellas eran las suyas, el otro par eran las de Cristo.
Cuando la última escena de su vida pasó ante sus ojos volvió la vista a las huellas sobre la arena. Notó que muchas veces en la senda de su vida había solo un par de huellas. Notó además que esto sucedía en los momentos más tristes de su vida. Se propuso preguntar al Maestro. “Señor, cuando decidí seguirte, Tú también me prometiste caminar conmigo por todo el camino; pero he notado que en los pasos más difíciles de mi vida, solo se dejaban ver un par de huellas. No comprendo por qué, en los momentos en que más te necesitaba, me abandonaste.”
El Señor contestó: “!Mi amada y preciosa criatura! te amo infinitamente y nunca jamás te dejaré en tiempos de tribulaciones y sufrimientos. Donde ves en tu senda solo un par de huellas, son las mías cuando te llevaba en mis brazos.”
Mis queridos hermanos y amigos, esta pequeña historia revela una gran verdad, Jesús, nuestro Señor, prometió nunca dejarnos solos. Los creyentes a veces vivimos la vida como si el Señor no estuviera con nosotros y le buscamos solamente cuando le necesitamos. Él no es un Señor bombero que solo actúa para apagar fuegos. Él es un Señor que siempre, repetimos, siempre está y estará con nosotros. Él lo prometió y podemos estar seguros de que Jesús cumple todas sus promesas. Vivamos nuestra vida sabiendo que Él está con nosotros y disfrutemos de su compañía.
Que Dios te bendiga