Lectura de hoy

Al rojo vivo

1 Juan 4:4

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros...

REFLEXIÓN

Cierto día un joven estaba en el taller de un herrero, y este se mofaba del muchacho diciéndole:...

» Continúa     » Escuchar Audio  Escuchar Audio

Reciba diariamente la Lectura de Hoy en su correo electrónico sin ningún compromiso.

Suscribete a Unanimes

Estudio Bíblico de la semana

H.02.- La era de la inocencia

Lecturas El presente estudio analiza, dentro de la historia bíblica, el intervalo de tiempo ocurrido entre la creación del ser humano hasta su caída. ...

» Descargar     » Escuchar Audio  Estudios

Una taza de té

Publicación:  miĆ©rcoles 3 julio 2024   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Y cualquiera que dé a uno de estos pequeños un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. Mateo 10:42


Reflexión

Un hombre calvo y demacrado se hallaba en su cama con la cara muy pálida. La razón es que le habían trasplantado la médula ósea porque tenía leucemia. La enfermera Hanne Dina se le acercó, lo saludó y le preguntó si quería sopa y él dijo que no, que solo quería dormir.

Al rato Hanne le llevó la medicina y él se la tomó con disgusto y volvió a hundirse en la almohada. Hanne fue a la cocina del hospital preparó para ella una taza de té, preparó una bandeja y colocó la tetera y dos tazas y se dirigió al cuarto del enfermo preguntándole:

- ¿Lo molesto si tomo el té aquí? Quisiera ver las noticias acá mientras tomo el té.

- Claro que no me molesta respondió.

Ella encendió el televisor mientras le decía: Traje una taza extra por si quiere té.

- Me sirve media taza, por favor, respondió el enfermo.

Al día siguiente Hanne volvió con la bandeja y dos tazas y así lo hizo por una semana. A los pocos días el enfermo se fue, se había restablecido lo suficiente para irse a terminar su convalecencia en su casa.

Cuatro meses más tarde Hanne estaba en un centro comercial cuando oyó una voz potente.

¡Hanne, que gusto de verla!

La enfermera lo reconoció. Era el enfermo de la taza de té. Él la abrazó y presentándole a la esposa dijo: " Ésta es Hanne, la mujer que me salvó la vida con una taza de té".

Mis queridos hermanos y amigos, pequeños gestos pueden mostrar grandes amores y grandes simpatías. No tenemos idea de lo que Dios puede hacer con lo poco que tenemos a mano. No menospreciemos lo que tenemos y ofrezcámoslo hoy al que está cerca de nosotros. El Señor hará el resto.

Que Dios te bendiga