Lectura de hoy
Salvo por un himno
Salmos 139:1-6
Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme. Has...
REFLEXIÓN
Un grupo de turistas de los estados del norte de los Estados Unidos formaba parte de un gran...
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Estudio Bíblico de la semana
A.04.- Siguiendo a Jesús
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Este estudio nos lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del cristianismo como una forma de vida. ... |
Yo quiero ese
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Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado.
Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos. Lucas 14:11-14
Reflexión
Cierta vez se escuchó un relato acerca de un granjero que tenía cachorros para vender. Hizo un cartel ofreciendo los cachorros y lo clavó en un poste en una esquina de su campo. Mientras estaba clavando el cartel al poste, sintió que le daban un tirón en sus pantalones de trabajo.
Miró hacia abajo y vio a un muchachito con una amplia sonrisa y con algo en su mano. ¡Señor!, le dijo, ¡quiero comprarle uno de sus cachorritos!.
¡Bueno!, le contestó el granjero, ¡estos cachorros son de raza y cuestan bastante dinero!.
El muchachito inclinó por un momento su cabeza, luego volvió a levantarla para mirar al granjero y dijo: He conseguido treinta y nueve centavos ¿Es esto suficiente para echarles un vistazo?
¡Seguro!, dijo el granjero, comenzando a silbar y a gritar, Dolly, ven aquí, Dolly. Dolly salió corriendo de su casilla y bajó la rampa seguida de cuatro pequeñas bolas de piel. Los ojos del muchachito danzaban de alegría.
Entonces de la casilla salió, a hurtadillas, otra pequeña bola, Ésta era notablemente más pequeña. Se deslizó por la rampa y comenzó a renquear en un infructuoso intento por alcanzar al resto. El cachorrito era claramente el más pequeño de la camada. El muchachito apretó su carita contra la cerca y gritó con fuerzas: ¡Yo quiero a ese!, señalando al más pequeño.
El granjero se arrodilló y dijo: "Hijo, tú no quieres a este cachorrito. Él nunca podrá correr y jugar contigo de la forma en que tú quisieras.”
Al oir eso, el muchachito bajó la mano y lentamente se subió el pantalón en una de sus piernas. Al hacerlo, mostró un doble abrazadero de acero a ambos lados de su pierna, que iba hasta un zapato especial. Mirando hacia arriba al granjero, le dijo: Como usted verá, señor, yo tampoco corro tan bien que digamos, y él necesitará a alguien que lo comprenda.
Mis queridos hermanos y amigos, la misericordia… es divina porque vienen de Él y debe ser humana porque le seguimos a Él.
Que Dios te bendiga
Miró hacia abajo y vio a un muchachito con una amplia sonrisa y con algo en su mano. ¡Señor!, le dijo, ¡quiero comprarle uno de sus cachorritos!.
¡Bueno!, le contestó el granjero, ¡estos cachorros son de raza y cuestan bastante dinero!.
El muchachito inclinó por un momento su cabeza, luego volvió a levantarla para mirar al granjero y dijo: He conseguido treinta y nueve centavos ¿Es esto suficiente para echarles un vistazo?
¡Seguro!, dijo el granjero, comenzando a silbar y a gritar, Dolly, ven aquí, Dolly. Dolly salió corriendo de su casilla y bajó la rampa seguida de cuatro pequeñas bolas de piel. Los ojos del muchachito danzaban de alegría.
Entonces de la casilla salió, a hurtadillas, otra pequeña bola, Ésta era notablemente más pequeña. Se deslizó por la rampa y comenzó a renquear en un infructuoso intento por alcanzar al resto. El cachorrito era claramente el más pequeño de la camada. El muchachito apretó su carita contra la cerca y gritó con fuerzas: ¡Yo quiero a ese!, señalando al más pequeño.
El granjero se arrodilló y dijo: "Hijo, tú no quieres a este cachorrito. Él nunca podrá correr y jugar contigo de la forma en que tú quisieras.”
Al oir eso, el muchachito bajó la mano y lentamente se subió el pantalón en una de sus piernas. Al hacerlo, mostró un doble abrazadero de acero a ambos lados de su pierna, que iba hasta un zapato especial. Mirando hacia arriba al granjero, le dijo: Como usted verá, señor, yo tampoco corro tan bien que digamos, y él necesitará a alguien que lo comprenda.
Mis queridos hermanos y amigos, la misericordia… es divina porque vienen de Él y debe ser humana porque le seguimos a Él.
Que Dios te bendiga