Lectura de hoy

Una piedra en la boca

Santiago 3:2-12

Todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende de palabra, es una persona perfecta, capaz...

REFLEXIÓN

Todos nos encogeríamos tan solo de pensar en tener la boca llena de piedrecitas. Pero una...

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Bobby: Cuando no puedes ser fuerte por ti mismo

Publicación:  viernes 5 abril 2024   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Jehová es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma. Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Salmo 23


Reflexión

Cuenta un médico la siguiente historia:
Cómo médico dedicado al cuidado de los niños, tengo la fortuna de experimentar a diario la extraordinaria energía, fortaleza y fe de los físicamente más frágiles entre nosotros. Uno de tales casos tiene que ver con Bobby, un niño de cinco años a quien le habían diagnosticado leucemia cuando apenas tenía cuatro.

El cáncer de Bobby había sido controlado, ya no padecía de esta enfermedad, y había venido al hospital para someterse a una serie de pruebas. Bobby tenía ojos de un azul muy intenso y una tímida sonrisa que a primera vista no revelaba la sabiduría que había adquirido durante ese año de lucha contra el cáncer. Él había perdido todo el cabello como consecuencia de la quimioterapia, que muchas veces lo dejaba nauseabundo y sin ganas de comer. Había pasado por numerosos procedimientos y tratamientos dolorosos y este día no era la excepción.

Sabía exactamente lo que le esperaba, ya había pasado por lo mismo antes. Le expliqué lo que íbamos a hacer, y por qué, y la importancia de que permaneciera muy quieto. Bobby me aseguró que no se movería, y me prometió que las enfermeras y tecnólogos que lo atendían no iban a tener que sujetarlo a la camilla.

Antes de empezar, Bobby preguntó:

-  Dr. Brown, ¿está bien si recito el salmo 23 mientras me pincha?

- Por supuesto, me parece bien -le dije- y comenzamos nuestra labor.
Bobby recitó bellamente, sin derramar ninguna lágrima ni moverse. El procedimiento se realizó sin contratiempos. Bobby, con su tierna sabiduría, trataba de tranquilizarme:

- Dr. Brown, eso realmente no me dolió mucho.

Todos sabíamos que sí le había dolido. Entonces Bobby me tomó por sorpresa cuando preguntó:

- ¿Dr. Brown, se sabe usted el salmo 23?

- Claro que sí, respondí.

- ¿Puede decirlo de memoria como yo? -se dirigió a mí, mostrándose un poco dubitativo.

- Vaya, no estoy seguro, pero creo que puedo hacerlo -le dije- al percatarme de que no tenía escapatoria.

- Entonces recítelo en frente de todos -señaló Bobby.

Comencé a pronunciar el salmo equivocándome en cada verso. Mi interpretación fue bastante pobre comparada con la de Bobby, y eso que yo no tenía ninguna aguja clavada en la espalda. Me di cuenta que todos los profesionales de delantal blanco que estaban en la sala trataban de escabullirse por miedo a ser los próximos invitados a recitar, una posibilidad mucho más aterradora que la de actuar ante un gran auditorio.

El encantador y calvo Bobby nos dijo a todos:

- Saben, ustedes deberían aprenderse el salmo 23 de memoria, porque cuando uno lo recita en voz alta, Dios te escucha y reconforta tu corazón todas las veces que no puedes ser fuerte por ti mismo, ...puesto que el reino de Dios pertenece a aquéllos que depositan su confianza en Él.

Mis queridos hermanos y amigos, después de conocer la historia de Bobby solo nos resta invitarlos a hacer lo que hizo él, aprendámonos el Salmo 23, es cortito pero muy profundo.

Que Dios te bendiga