Lectura de hoy
Una piedra en la boca
Santiago 3:2-12
Todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende de palabra, es una persona perfecta, capaz...
REFLEXIÓN
Todos nos encogeríamos tan solo de pensar en tener la boca llena de piedrecitas. Pero una...
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Estudio Bíblico de la semana
F.07.- Los tres elementos de la comunión
Estudio sobre los tres elementos necesarios para tener comunión con Dios, desde el Antiguo Testamento hasta hoy ... |
Lo que digo
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En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente. Proverbios 10:19
Reflexión
Un joven abogado, acabado de graduar de la universidad en leyes y comenzando su primer día en el trabajo, se sentó en la comodidad de su nueva oficina dando un gran suspiro de satisfacción. Había trabajado duro por mucho tiempo para saborear ese momento. Entonces, notando un posible cliente que se acercaba a su puerta, comenzó a parecer ocupado y enérgico. Abrió su libreta tamaño legal y con su pluma de escribir en mano, tomó el teléfono, lo sujetó con su barbilla, y comenzó a escribir con rapidez mientas fingía que hablaba con alguien importante diciendo:
-Mira Larry, en cuanto a ese trato de fusión, pienso que mejor llego a la fábrica y lo manejo en persona. Sí. No. No pienso que tres millones de dólares lo logren. Mejor hagamos que Smith, de Los Ángeles, se reúna con nosotros allí. Está bien. Te llamo más tarde.
Colgando el teléfono, colocó la pluma en el escritorio, levantó la mirada a su visitante, se puso de pie, le extendió su mano y le dijo con la voz más cortés y llena de confianza que tenía como abogado:
-Buenos días. ¿Cómo puedo ayudarlo?
El posible cliente respondió:
-En realidad, solo estoy aquí para conectar su teléfono.
Mis queridos hermanos y amigos, hay un viejo adagio que dice, "Dios te dio 2 ojos, 2 oídos y 1 boca, úsalos en esa proporción".
Que Dios te bendiga
-Mira Larry, en cuanto a ese trato de fusión, pienso que mejor llego a la fábrica y lo manejo en persona. Sí. No. No pienso que tres millones de dólares lo logren. Mejor hagamos que Smith, de Los Ángeles, se reúna con nosotros allí. Está bien. Te llamo más tarde.
Colgando el teléfono, colocó la pluma en el escritorio, levantó la mirada a su visitante, se puso de pie, le extendió su mano y le dijo con la voz más cortés y llena de confianza que tenía como abogado:
-Buenos días. ¿Cómo puedo ayudarlo?
El posible cliente respondió:
-En realidad, solo estoy aquí para conectar su teléfono.
Mis queridos hermanos y amigos, hay un viejo adagio que dice, "Dios te dio 2 ojos, 2 oídos y 1 boca, úsalos en esa proporción".
Que Dios te bendiga