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Terremoto

Josué 1:9

Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el...

REFLEXIÓN

Durante un terremoto, ocurrido hace unos pocos años, los habitantes de una pequeña ciudad...

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Estudio Bíblico de la semana

F.07.- Los tres elementos de la comunión

Lecturas Estudio sobre los tres elementos necesarios para tener comunión con Dios, desde el Antiguo Testamento hasta hoy ...

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Encontró al buen samaritano

Publicación:  martes 20 febrero 2024   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Aquel, respondiendo, dijo:
--Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Le dijo:
--Bien has respondido; haz esto y vivirás.
Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús:
--¿Y quién es mi prójimo?
Respondiendo Jesús, dijo:
--Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y al verlo pasó de largo.
Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia.
Acercándose, vendó sus heridas echándoles aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él.
Otro día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: "Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese".
¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
Él dijo:
--El que usó de misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo:
--Ve y haz tú lo mismo.
Lucas 10:27-37


Reflexión

Una mujer llamada Ana Smith llegó al hogar de una familia muy pobre en donde el jefe de la familia estaba enfermo sufriendo agudos dolores. La mujer entró a visitar este hogar con el propósito de hablarles algo acerca de Cristo. Pero el hombre de muy mal talante dijo a la mujer: “No quiero que nadie ore aquí ni lea la Biblia, pues no creo en ninguna de estas cosas”.

Inmediatamente Ana Smith aseguró al hombre y a la esposa afligida que haría algo para ayudarlos y se fue para conseguir provisiones y ropa para la familia. Cuando la señora Smith regresó, el hombre que bruscamente le había prohibido que orara o leyera la Biblia le dijo: “Léame por favor la historia del Buen Samaritano”. La señora Smith lo hizo con gusto y cuando terminó de leer dijo el enfermo: “He visto muchos sacerdotes y levitas, pero nunca antes había visto un buen samaritano”.

Mis queridos hermanos y amigos, en esta historia la amargura del hombre y sus prejuicios desaparecieron por causa de una buena acción de una creyente, que puso en práctica lo que el Señor dijo: “Amar al prójimo como a ti mismo”. ¿Pondremos nosotros también este mandamiento en práctica?

Que Dios te bendiga