Lectura de hoy
Terremoto
Josué 1:9
Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el...
REFLEXIÓN
Durante un terremoto, ocurrido hace unos pocos años, los habitantes de una pequeña ciudad...
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Estudio Bíblico de la semana
F.07.- Los tres elementos de la comunión
Estudio sobre los tres elementos necesarios para tener comunión con Dios, desde el Antiguo Testamento hasta hoy ... |
La esposa de Dios
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Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16
Reflexión
Es un frío día de diciembre en la ciudad de Nueva York. Un jovencito de unos 10 años estaba de pie, descalzo, ante una tienda de zapatos en Broadway, asomándose al escaparate y temblando de frío.
Una dama se acercó al muchacho y le dijo: “Jovencito, ¿qué es lo que miras con tanta insistencia en el escaparate?
"Le estaba pidiendo a Dios que me diese un par de zapatos", fue la respuesta del muchacho.
La dama lo tomó de la mano y entraron a la tienda y le pidió al vendedor que trajese una media docena de calcetines para el muchacho. Entonces, le preguntó si podía conseguirle una vasija con agua y una toalla.
Él se las trajo rápidamente. Ella se llevó al muchacho a la parte trasera de la tienda y quitándose sus guantes, se arrodilló, lavó sus piecitos y los secó con la toalla.
Para entonces, el vendedor había regresado con los calcetines.
Colocando un par en los pies del muchacho, entonces ella le compró un par de zapatos y atando el resto de los pares de calcetines, se los entregó. Le dio una palmadita en la cabeza y le dijo: "No hay duda, mi amiguito, te sentirás más cómodo ahora".
Al salir, el asombrado muchacho le tomó la mano y mirándola al rostro, con lágrimas en sus ojos, le contestó con estas palabras: "¿Es usted la esposa de Dios?"
Mis queridos hermanos y amigos, no hay duda que cuando somos compasivos nos parecemos a Dios, porque Dios es compasivo. El Señor dejó a su iglesia aquí en la tierra para que continuara con Su obra y la llamó Su Esposa. Seamos diligentes, trabajemos para Él, seamos como Él, hagamos que nuestra luz brille para que nuestro Padre celestial sea glorificado.
Que Dios te bendiga
Una dama se acercó al muchacho y le dijo: “Jovencito, ¿qué es lo que miras con tanta insistencia en el escaparate?
"Le estaba pidiendo a Dios que me diese un par de zapatos", fue la respuesta del muchacho.
La dama lo tomó de la mano y entraron a la tienda y le pidió al vendedor que trajese una media docena de calcetines para el muchacho. Entonces, le preguntó si podía conseguirle una vasija con agua y una toalla.
Él se las trajo rápidamente. Ella se llevó al muchacho a la parte trasera de la tienda y quitándose sus guantes, se arrodilló, lavó sus piecitos y los secó con la toalla.
Para entonces, el vendedor había regresado con los calcetines.
Colocando un par en los pies del muchacho, entonces ella le compró un par de zapatos y atando el resto de los pares de calcetines, se los entregó. Le dio una palmadita en la cabeza y le dijo: "No hay duda, mi amiguito, te sentirás más cómodo ahora".
Al salir, el asombrado muchacho le tomó la mano y mirándola al rostro, con lágrimas en sus ojos, le contestó con estas palabras: "¿Es usted la esposa de Dios?"
Mis queridos hermanos y amigos, no hay duda que cuando somos compasivos nos parecemos a Dios, porque Dios es compasivo. El Señor dejó a su iglesia aquí en la tierra para que continuara con Su obra y la llamó Su Esposa. Seamos diligentes, trabajemos para Él, seamos como Él, hagamos que nuestra luz brille para que nuestro Padre celestial sea glorificado.
Que Dios te bendiga