Lectura de hoy
Al rojo vivo
1 Juan 4:4
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros...
REFLEXIÓN
Cierto día un joven estaba en el taller de un herrero, y este se mofaba del muchacho diciéndole:...
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Estudio Bíblico de la semana
H.02.- La era de la inocencia
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El presente estudio analiza, dentro de la historia bíblica, el intervalo de tiempo ocurrido entre la creación del ser humano hasta su caída. ... |
La oración de un boxeador
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Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. 2 Corintios 10:3-6
Reflexión
Se cuenta que en cierto lugar un boxeador se convirtió al cristianismo y dejando las cuerdas del ring, se hizo predicador. En cierta ocasión en que se le hizo tarde para acudir a una cita, cuando cruzaba por un atajo para acortar el camino, repentinamente le salió el dueño de la propiedad y con palabras duras le insultó y lo retó a pleito, no conociendo quién era.
- “Bien”, dijo el predicador, “vamos a pelear si usted gusta; pero permítame un momento, pues ha de saber que yo jamás hago algo sin antes orar”.
Ante la estupefacción del retador, se quitó el sombrero y comenzó a orar diciendo: “Señor, tú sabes que fui boxeador y sabes a cuántos les deshice los ojos y las narices a bofetones; tú sabes cuántas costillas quebré a golpes a mis contrincantes y a cuántos mandé a la otra vida con sólo la fuerza de mis puños. No permitas que mate a este hombre, no dejes que se me vaya la mano y...”
- “Basta ya”, le interrumpió el otro. “No es necesario que luchemos, pase usted por mi terreno las veces que quiera” y sin más decir, se retiró presuroso.
Por más está decir que nuestro predicador siguió su camino tranquilamente y llegó a tiempo para predicar su sermón.
Mis queridos hermanos y amigos, en su oración, el boxeador de la historia simuló estar enviando un mensaje a Dios cuando en verdad le estaba enviando una advertencia a su oponente. Esta alegoría nos sirve para comprender mejor que, cuando vivimos una vida conforme a la voluntad de Dios, se nos hace evidente que nuestra lucha es más espiritual que carnal. La resistencia en espíritu y el amor al prójimo, nos harán comportarnos de acuerdo a nuestra fe… perdonadores, amadores y hacedores de bien. Así fue Jesús mientras transitó por la tierra y así debemos ser nosotros.
Que Dios te bendiga
- “Bien”, dijo el predicador, “vamos a pelear si usted gusta; pero permítame un momento, pues ha de saber que yo jamás hago algo sin antes orar”.
Ante la estupefacción del retador, se quitó el sombrero y comenzó a orar diciendo: “Señor, tú sabes que fui boxeador y sabes a cuántos les deshice los ojos y las narices a bofetones; tú sabes cuántas costillas quebré a golpes a mis contrincantes y a cuántos mandé a la otra vida con sólo la fuerza de mis puños. No permitas que mate a este hombre, no dejes que se me vaya la mano y...”
- “Basta ya”, le interrumpió el otro. “No es necesario que luchemos, pase usted por mi terreno las veces que quiera” y sin más decir, se retiró presuroso.
Por más está decir que nuestro predicador siguió su camino tranquilamente y llegó a tiempo para predicar su sermón.
Mis queridos hermanos y amigos, en su oración, el boxeador de la historia simuló estar enviando un mensaje a Dios cuando en verdad le estaba enviando una advertencia a su oponente. Esta alegoría nos sirve para comprender mejor que, cuando vivimos una vida conforme a la voluntad de Dios, se nos hace evidente que nuestra lucha es más espiritual que carnal. La resistencia en espíritu y el amor al prójimo, nos harán comportarnos de acuerdo a nuestra fe… perdonadores, amadores y hacedores de bien. Así fue Jesús mientras transitó por la tierra y así debemos ser nosotros.
Que Dios te bendiga