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La oración de un boxeador

Publicación:  viernes 1 diciembre 2023   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. 2 Corintios 10:3-6


Reflexión

Se cuenta que en cierto lugar un boxeador se convirtió al cristianismo y dejando las cuerdas del ring, se hizo predicador. En cierta ocasión en que se le hizo tarde para acudir a una cita, cuando cruzaba por un atajo para acortar el camino, repentinamente le salió el dueño de la propiedad y con palabras duras le insultó y lo retó a pleito, no conociendo quién era.

- “Bien”, dijo el predicador, “vamos a pelear si usted gusta; pero permítame un momento, pues ha de saber que yo jamás hago algo sin antes orar”.

Ante la estupefacción del retador, se quitó el sombrero y comenzó a orar diciendo: “Señor, tú sabes que fui boxeador y sabes a cuántos les deshice los ojos y las narices a bofetones; tú sabes cuántas costillas quebré a golpes a mis contrincantes y a cuántos mandé a la otra vida con sólo la fuerza de mis puños. No permitas que mate a este hombre, no dejes que se me vaya la mano y...”

- “Basta ya”, le interrumpió el otro. “No es necesario que luchemos, pase usted por mi terreno las veces que quiera” y sin más decir, se retiró presuroso.

Por más está decir que nuestro predicador siguió su camino tranquilamente y llegó a tiempo para predicar su sermón.

Mis queridos hermanos y amigos, en su oración, el boxeador de la historia simuló estar enviando un mensaje a Dios cuando en verdad le estaba enviando una advertencia a su oponente. Esta alegoría nos sirve para comprender mejor que, cuando vivimos una vida conforme a la voluntad de Dios, se nos hace evidente que nuestra lucha es más espiritual que carnal. La resistencia en espíritu y el amor al prójimo, nos harán comportarnos de acuerdo a nuestra fe… perdonadores, amadores y hacedores de bien. Así fue Jesús mientras transitó por la tierra y así debemos ser nosotros.

Que Dios te bendiga