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Las ranas y el hoyo

Publicación:  miĆ©rcoles 26 abril 2023   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Toda naturaleza de bestias, de aves, de serpientes y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Santiago 3:7-8


Reflexión

Un grupo de ranas iba atravesando un bosque y dos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo. El resto de las ranas se reunieron alrededor del hoyo y al ver que este era muy profundo, les dijeron a las dos ranas que se dieran por muertas. Las dos ranas ignoraron los comentarios y trataron de saltar con todas sus fuerzas para salir del hoyo, mientras  que las demás continuaban diciéndoles que se detuvieran, que se dieran por muertas.

Finalmente, una de las ranas se dio por vencida, haciendo caso a las demás, se dejó caer al suelo y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como pudo, mientras que las otras ranas le gritaban que no sufriera intentando salir y que se dejara morir. La rana saltaba más y más fuerte, hasta que logro salir.

Esta rana era sorda, por eso, ella había pensado en todo momento que sus compañeras le estaban animando a salir, al contrario de la otra que sí escuchó las palabras de desaliento.

Mis queridos hermanos y amigos, esta historia nos enseña dos lecciones: nuestra boca tiene el poder de la vida y la muerte. Una palabra de aliento a alguien que está pasando por un mal momento puede reanimarlo y ayudarlo a salir adelante. Una palabra destructiva puede ser lo único que se necesite para matarlo. Seamos cuidadosos con lo que decimos. Que nuestra boca siempre tenga una palabra de aliento para todos aquellos que cruzan nuestro camino.

Bendecir quiere decir “decir bien”, “desear bien”. Maldecir quiere decir, “decir mal”, “desear mal”. Nuestra boca debe bendecir, edificar, ayudar, motivar y llevar esperanza. Así debe ser la boca del creyente.

Que Dios te bendiga