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La Última Cena de Da Vinci

Publicación:  jueves 13 abril 2023   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo”.
Juan 3:5-7


Reflexión

Tal vez una de las mejores versiones de ”La Última Cena" fue la  pintada por Leonardo Da Vinci. El tiempo que le llevó finalizar el cuadro fue de siete años y las figuras que le sirvieron como modelo para representar a los doce y al mismo Cristo fueron personas de su época, escogiéndose primeramente a la figura que sería Judas Iscariote.

Recordamos que éste fue el apóstol que traicionó a su Maestro, por treinta monedas de plata. Semana tras semana para pintar a Judas, Da Vinci buscó un rostro marcado por las huellas de la deshonestidad, avaricia, hipocresía y crimen. Una cara que reflejara el carácter de alguien que traicionaría a su mejor amigo.

Después de pasar por muchas experiencias desalentadoras en su búsqueda por el tipo de persona requerida para representar al traidor, una información vino a Da Vinci. Un hombre cuya apariencia satisfacía completamente todas las respuestas se había encontrado en Roma, sentenciado a morir por una vida de vileza y crimen.

Da Vinci emprendió el viaje sin demora a Roma y se llevó a este hombre de la prisión a plena luz del sol. Era un joven de piel  obscura, sucio y su pelo lucía largo y descuidado. Representaba perfectamente el papel de Judas para su pintura. Mediante un permiso especial, se trasladó al prisionero a Milán, donde se pintaría el cuadro. Durante meses este hombre posó para Da Vinci, que continuamente se esforzaba por plasmar en su pintura a este modelo. Al terminar volvió la mirada a los guardias, y dijo: "He terminado, se pueden llevar al prisionero". Al llevárselo los guardias, el prisionero se soltó repentinamente, corrió hacia Da Vinci y llorando amargamente le dijo:

"Por favor dame una oportunidad, verdaderamente me sentí Judas Iscariote por la vida que he llevado. No me pagues nada, solamente déjame en libertad". A Leonardo le sorprendió la cara de arrepentimiento de este hombre y logró que lo dejaran libre.

Durante seis años, Da Vinci continuó trabajando en su sublime obra de arte. Uno a uno se seleccionaron los personajes cuyas características se asemejaran a las de los doce apóstoles, dejando de lado a la figura que representaría a Jesús, el cual sería el personaje más importante de su obra.

Se examinaron detalladamente a ciertos jóvenes que podrían representar a Jesús, esforzándose por encontrar un rostro cuya personalidad reflejara inocencia y pureza, que estuviera libre de las huellas del pecado, un rostro que emanara belleza. Finalmente, después de semanas de intensa búsqueda, se seleccionó a un joven de 33 años de edad quien representaría a Cristo. Durante seis meses Leonardo trabajó en el personaje principal de su obra. Al terminar se acercó al joven para pagarle por sus servicios, pero éste no aceptándole el dinero y con una sonrisa le dijo:

- ¿Es que no me reconoces?

Da Vinci, sorprendido, le respondió negativamente: - “Nunca te he visto, acepta este dinero".

¿Cómo podría cobrarte? -le dijo el joven. -Si hace seis años, me diste una oportunidad y yo la aproveché. Me arrepentí de la vida que había llevado y me entregué completamente a Jesús. Él cambió mi vida.

Mis queridos hermanos y amigos, los teólogos de distintas religiones pueden debatir por décadas sobre la existencia de Dios y la divinidad de Jesús. Pueden traer evidencias y elaborar sofisticados argumentos. Sin embargo, la prueba irrefutable, la prueba más sólida es el testimonio de cada vida cambiada porque la persona depositó su fe en Jesús. Nuestro Señor renueva vidas y asegura un futuro eterno con Él.

Que Dios te bendiga