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La espada de Damocles

Publicación:  viernes 23 septiembre 2022   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo:«Vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él». Estos son murmuradores, quejumbrosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho. Judas 1:14-16


Reflexión

¿Sabemos de donde viene la expresión “La Espada de Damocles”?

Reinaba en Siracusa Dionisio, quien tenía un vasallo y cortesano adulador que se llamaba Damocles. Se dedicaba particularmente Damocles a pronunciar delante de Dionisio largos discursos acerca de la felicidad de los monarcas. Cansado ya Dionisio de tanta adulación y, deseando corregir a su cortesano, hizo un gran banquete y ordenó a Damocles que ocupara el lugar del soberano, vestido con ropas reales como si fuese el verdadero rey. Damocles estaba orgulloso de tanto honor.

Pero en lo mejor del banquete, el rey lo interrumpió ordenándole que levantara la vista sobre su cabeza. ¡Y lo que vio Damocles! Una espada filosa y aguda pendía precisamente sobre su cabeza, sostenida apenas por un hilo bastante débil que de un momento a otro podía reventarse. Damocles se llenó de terror y suplicó al rey que lo librara de semejante peligro. El rey lo hizo con la condición de que Damocles de allí en adelante no volviera a importunarlo con sus adulaciones.

Mis queridos hermanos y amigos, una cosa es reconocer las virtudes de otros, lo cuál es muy bíblico y loable, y otra cosa es ser un experto en adulaciones. Cada adulación que sale de nuestros labios es como una espada sobre nosotros, tarde que temprano se podrá romper el hilo que la sostiene y cortar nuestra propia cabeza.

Es denigrante encontrar en los medios políticos quienes adulan al gobernante de turno, o quienes adulan a sus profesores en la universidad o a sus jefes en el trabajo.

Más grave aun es adular a alguien que le sirve a Dios. La adulación en la iglesia debe desaparecer. Allí solo debe haber gloria para uno… El Señor.

Que Dios te bendiga