Lectura de hoy
Por un simple acto
Romanos 8:28
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a...
REFLEXIÓN
Un Día de Acción de Gracias hace muchos años, una joven familia despertó en una situación...
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Estudio Bíblico de la semana
F.03.- La Intercesión
Estudio que se ocupa de contestar a la pregunta ¿Cómo le pido a Dios? ... |
En carne propia
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No tenemos un Sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Hebreos 4:15
Reflexión
En una reunión de hombres de negocios un ejecutivo daba el siguiente testimonio:
¡Recuerdo cómo nos ingeniábamos para atrapar a los animales del bosque cuando éramos niños! Señuelos, silbatos, trampas, rejas, canastos tejidos en las caídas de agua para atrapar los peces y muchas otras cosas más.
Éramos chicos felices en medio de una naturaleza fértil y teníamos riquezas naturales por todo el bosque.
Una de mis habilidades favoritas, era la de colocar trampas. Con cuidado investigaba los caminos de los conejos, las liebres y los zorros. Una vez convencido de su hábitat, montaba y disimulaba las trampas en el camino. Luego, al otro día, tomaba mi bicicleta y me internaba por los senderitos del bosque a revisar mi trabajo.
Un día, ¡qué fastidio! La cadena de mi bicicleta se cayó de sus engranajes; la coloqué y luego volvió a caer. Entonces molesto, volví a montarla en la punta del engranaje y di una vuelta con fuerza al pedal para que se instalara completamente, pero, sea por mi apuro, por mi ira, o porque Dios quería darme una lección, mis dedos no alcanzaron a salir y ahí quedé con los dientes del engranaje enterrados en mis falanges. Mi bici era de freno al pedal, no podía volverla atrás, estaba solo y mi única esperanza era dar una vuelta completa para liberar mis dedos en la otra punta. Así lo hice. Los pedazos de carne quedaron entre los engranajes y la cadena. Mis huesos quedaron a la vista y entonces, pensé en los animalitos que yo cazaba con tanta alegría. Nunca más coloqué una trampa. Yo experimenté en carne propia el dolor, supe lo que ellos sufrían y tuve compasión de ellos.
Mis queridos hermanos y amigos, ¿entendemos ahora por qué nuestro Dios es diferente a todos los dioses? Porque Él se hizo hombre y fue tentado en todo según nuestra semejanza y por eso, nos entiende y nos ama, y nos ayuda en nuestros dolores. Hablemos con Él en una oración sencilla y encontraremos a un Señor que verdaderamente nos entiende.
Que Dios te bendiga
¡Recuerdo cómo nos ingeniábamos para atrapar a los animales del bosque cuando éramos niños! Señuelos, silbatos, trampas, rejas, canastos tejidos en las caídas de agua para atrapar los peces y muchas otras cosas más.
Éramos chicos felices en medio de una naturaleza fértil y teníamos riquezas naturales por todo el bosque.
Una de mis habilidades favoritas, era la de colocar trampas. Con cuidado investigaba los caminos de los conejos, las liebres y los zorros. Una vez convencido de su hábitat, montaba y disimulaba las trampas en el camino. Luego, al otro día, tomaba mi bicicleta y me internaba por los senderitos del bosque a revisar mi trabajo.
Un día, ¡qué fastidio! La cadena de mi bicicleta se cayó de sus engranajes; la coloqué y luego volvió a caer. Entonces molesto, volví a montarla en la punta del engranaje y di una vuelta con fuerza al pedal para que se instalara completamente, pero, sea por mi apuro, por mi ira, o porque Dios quería darme una lección, mis dedos no alcanzaron a salir y ahí quedé con los dientes del engranaje enterrados en mis falanges. Mi bici era de freno al pedal, no podía volverla atrás, estaba solo y mi única esperanza era dar una vuelta completa para liberar mis dedos en la otra punta. Así lo hice. Los pedazos de carne quedaron entre los engranajes y la cadena. Mis huesos quedaron a la vista y entonces, pensé en los animalitos que yo cazaba con tanta alegría. Nunca más coloqué una trampa. Yo experimenté en carne propia el dolor, supe lo que ellos sufrían y tuve compasión de ellos.
Mis queridos hermanos y amigos, ¿entendemos ahora por qué nuestro Dios es diferente a todos los dioses? Porque Él se hizo hombre y fue tentado en todo según nuestra semejanza y por eso, nos entiende y nos ama, y nos ayuda en nuestros dolores. Hablemos con Él en una oración sencilla y encontraremos a un Señor que verdaderamente nos entiende.
Que Dios te bendiga