Lectura de hoy

No te quejes

Filipenses 4:11-13

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación...

REFLEXIÓN

Un grupo de misioneros, caminaban de un pueblo llamado San Francisco a Santa Catarina Loxicha...

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Estudio Bíblico de la semana

F.06.- Comunión con Dios

Lecturas Estudio sobre nuestra comunión con Dios. ...

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Vaselina

Publicación:  viernes 8 abril 2022   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús se presentó. Le dijeron, pues, los otros discípulos:
—¡Hemos visto al Señor!
Él les dijo:
—Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré.
 Ocho días después estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y les dijo:
—¡Paz a vosotros!
 Luego dijo a Tomás:
—Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
 Entonces Tomás respondió y le dijo:
—¡Señor mío y Dios mío!
 Jesús le dijo:
—Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.
Juan 20:24-29


Reflexión

Robert Chesebrough tenía un producto en el cual creía incondicionalmente. En realidad, era un invento propio. Chesebrough había transformado el sedimento que se forma en los ejes de los equipos de petróleo, cera de varillas, en una gelatina de petróleo que personalmente había comprobado que poseía grandes propiedades curativas.

Creyó tan profundamente en los aspectos curativos de su creación que se transformó en su propio "sujeto experimental". Para demostrar a otros los beneficios de su producto, Chesebrough se quemó con ácidos y con fuego... y se cortó y raspó tan frecuentemente y profundamente... que durante toda su vida llevó las cicatrices de sus experimentos.

No obstante, Chesebrough demostró su punto de vista y la gente se convenció. Solamente tenían que mirar sus heridas y cómo las mismas se habían curado, para ver el valor de su producto... el cual sigue siendo, hasta el día de hoy, todo un éxito. Lo conocemos como “vaselina”.

Mis queridos hermanos y amigos, el apóstol Tomás, al igual que los clientes de Chesebrough, tuvo que ver para creer, y nosotros… ¿Necesitamos ver las heridas que Jesús sufrió? ¿Necesitamos ver para cambiar nuestra vida, como el apóstol Tomás? ¿Creemos al punto que obedecemos? Creer en Jesús es seguirle, es parecernos lo más posible a Él, es hacerlo nuestro modelo.

Que Dios te bendiga