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La madurez no viene con la edad

Publicación:  lunes 5 septiembre 2022   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



»El reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. El que recibió cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que recibió dos, ganó también otros dos. Pero el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
»Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos”. Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”. Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos”. Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”. Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo”. Respondiendo su señor, le dijo: “Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos, porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Mateo 25:14-29


Reflexión

Una de las señales de la madurez es la capacidad que tiene una persona de aceptar la responsabilidad de su propio talento, de desarrollar diligentemente las habilidades inherentes que le fueron dadas por Dios y de utilizarlas al máximo con gozo y acción de gracias. La persona que haga esto podrá tener éxito a cualquier edad...

Víctor Hugo escribió su primer drama a los 15 años.

¡Juan de Medeci tenía 15 años cuando se convirtió en cardenal!

Rafael pintó sus obras maestras antes de morir a la edad de 37 años.

Tennyson escribió su primer volumen de poesías a los 18 años.

Pascal escribió sus grandes obras entre los 16 años y su muerte a los 37.

Juana de Arco hizo toda su obra y fue quemada en la estaca a los 19 años.

Rómulo fundó Roma a los 20.

Juan Calvino se unió a la Reforma a la edad de 21 años y escribió sus famosos Institutes a los 27.

Alejandro el Grande había conquistado su mundo cuando tenía 23 años.

Isaac Newton tenía 24 cuando dio a conocer la ley de gravedad.

McCormick inventó la segadora a los 23 años.

Charles Dickens escribió Oliver Twist a los 25.

Mis queridos hermanos y amigos, la edad no tuvo nada que ver con el genio de estos grandes personajes. Ellos simplemente aceptaron la plena responsabilidad de administrar los dones que Dios les había dado y no perdieron el tiempo mientras usaban cada oportunidad en su máximo potencial. La madurez no viene con la edad; viene con la aceptación de la responsabilidad que implica poner a disposición de nuestro Señor los dones y talentos que Él nos dio.

Usemos nuestro talento para el bienestar de los nuestros, de nuestro prójimo y para la gloria de nuestro Señor; al final de los tiempos Él mismo nos dirá poniendo su mano sobre nuestro hombro: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”.

Que Dios te bendiga