Lectura de hoy
¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¿Quién Sabe?
Romanos 8:28
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a...
REFLEXIÓN
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar...
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Estudio Bíblico de la semana
Cuestión de altura
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Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia, sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: «Sed santos, porque yo soy santo». 1 Pedro 1:14-16
Reflexión
En una ocasión charlaban un predicador y uno de esos jóvenes indecisos que buscan la verdad pero cuando la encuentran no les agrada.
- Dígame, --preguntó el joven-- ¿es malo el cigarrillo?
-¿Es usted creyente? dijo el predicador.
- Yo sí; pero todavía fumo un cigarrillo que otro.
- Oiga esta historia –respondió el predicador--: En la Segunda Guerra Mundial, un aviador salió de su base a fin de atacar en determinado sitio. Ya lejos de la tierra, notó que una rata roía las cuerdas de su paracaídas. El aviador en vez de volver a tierra, conocedor como era de la poca resistencia de las ratas a las alturas, elevó su aparato, hasta que la rata murió a consecuencia de la elevación.
Así es con nosotros, amigo mío, dijo el predicador. Si las ratas del vicio están cortando los hilos de nuestra comunión con Dios, esto implica que volamos bajo, muy bajo, tan bajo que el ambiente es propicio para las actividades del vicio. Pero si volamos a considerable altura, como cosa muy natural, las ratas de los vicios dejarán de perjudicarnos porque estallarán a causa de la altura. Amigo, si todavía eres víctima del vicio, elévate, elévate, hasta que tus vicios pierdan todo su poder.
Mis queridos hermanos y amigos, la vida en santidad, a la que Dios nos ha llamado, es para nuestra conveniencia, no para la de Él. No importa cual vicio nos tiene atados, el cigarrillo, el licor, las drogas, la glotonería, etc; el punto aquí es que es perjudicial para nuestra salud y para nuestra familia. No hace mucho alguien dijo: “Si Dios quisiera que yo no consumiera alcohol en exceso, ya me lo habría quitado”. Eso es evadir nuestra responsabilidad de usar la libertad de decisión que Él mismo nos ha dado y achacarle a Él la responsabilidad de nuestras malas acciones. Entendamos, aquí el santo es Él, no nosotros. Él nos ordena a buscar la santidad, nuestro trabajo es esforzarnos en alcanzarla.
Que Dios te bendiga
- Dígame, --preguntó el joven-- ¿es malo el cigarrillo?
-¿Es usted creyente? dijo el predicador.
- Yo sí; pero todavía fumo un cigarrillo que otro.
- Oiga esta historia –respondió el predicador--: En la Segunda Guerra Mundial, un aviador salió de su base a fin de atacar en determinado sitio. Ya lejos de la tierra, notó que una rata roía las cuerdas de su paracaídas. El aviador en vez de volver a tierra, conocedor como era de la poca resistencia de las ratas a las alturas, elevó su aparato, hasta que la rata murió a consecuencia de la elevación.
Así es con nosotros, amigo mío, dijo el predicador. Si las ratas del vicio están cortando los hilos de nuestra comunión con Dios, esto implica que volamos bajo, muy bajo, tan bajo que el ambiente es propicio para las actividades del vicio. Pero si volamos a considerable altura, como cosa muy natural, las ratas de los vicios dejarán de perjudicarnos porque estallarán a causa de la altura. Amigo, si todavía eres víctima del vicio, elévate, elévate, hasta que tus vicios pierdan todo su poder.
Mis queridos hermanos y amigos, la vida en santidad, a la que Dios nos ha llamado, es para nuestra conveniencia, no para la de Él. No importa cual vicio nos tiene atados, el cigarrillo, el licor, las drogas, la glotonería, etc; el punto aquí es que es perjudicial para nuestra salud y para nuestra familia. No hace mucho alguien dijo: “Si Dios quisiera que yo no consumiera alcohol en exceso, ya me lo habría quitado”. Eso es evadir nuestra responsabilidad de usar la libertad de decisión que Él mismo nos ha dado y achacarle a Él la responsabilidad de nuestras malas acciones. Entendamos, aquí el santo es Él, no nosotros. Él nos ordena a buscar la santidad, nuestro trabajo es esforzarnos en alcanzarla.
Que Dios te bendiga