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Una nueva perspectiva de la vida

Publicación:  miĆ©rcoles 25 noviembre 2020   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



No temáis a los que matan el cuerpo pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de vuestro Padre. Pues bien, aun vuestros cabellos están todos contados. Mateo 10:28-30


Reflexión

El 10 de septiembre de 2001, un día antes del ataque terrorista contra las torres gemelas de Nueva York, Félix Sánchez presentó su renuncia. Él era un corredor de bolsa de la agencia Merril Lynch, que tenía sus oficinas en aquellas impresionantes torres. Sánchez tenía talento como asesor de finanzas. El día siguiente, 11 de septiembre del año 2001, unos terroristas destruyeron las torres gemelas donde Félix trabajaba. Una pocas horas antes, él se había despedido de sus compañeros de trabajo y limpiado su escritorio. Según parece corrió con mucha suerte. Su decisión lo había salvado de la horrible muerte inesperada que sufrieron sus colegas.

Pero la suerte no habría de acompañarlo más que dos meses. El día 12 de noviembre Félix Sánchez tomaría la desafortunada decisión de abordar el aerobús de American Airlines, vuelo 587, que no llegó a su destino en Santo Domingo, República Dominicana, sino que se estrelló en un barrio residencial de Nueva York poco después de despegar. Sánchez estaría entre los 265 pasajeros que perecieron, entre ellos 174 dominicanos compatriotas suyos.

De apenas veintinueve años de edad, Sánchez había soñado con tener su propia agencia deportiva. Por eso volaba a su patria aquel lunes, para reunirse con futuros clientes en su nueva carrera como asesor de finanzas de beisbolistas dominicanos. Él esperaba poder ayudar a sus paisanos a invertir con prudencia su dinero.

«Después de lo de las Torres Gemelas, él tenía una nueva perspectiva de la vida —contó su amigo Sid Wilson—. La última vez que nos vimos, él estaba muy entusiasmado. ¡No lo puedo creer!» Para muchas personas, lo más increíble del caso de Félix Sánchez es que, habiendo tenido tan buena suerte el 11 de septiembre, la haya tenido tan mala el 12 de noviembre. Pero, a fin de cuentas, ¿es la suerte lo que determina el desenlace de nuestra vida?

Mis queridos hermanos y amigos, en la lectura de hoy Jesús nos dirige hacia tres de los atributos de Dios más conocidos, su omnisciencia (pleno conocimiento de todo), su omnipotencia (completo poder para llevar a cabo su voluntad) y su soberanía sobre toda la creación (su potestad de tomar todas las decisiones sin que haya contención). A partir de esa enseñanza de Jesús, entendemos que Félix Sánchez no corrió con buena o mala suerte. El día, la hora, el minuto y el segundo de su partida, así como las circunstancias precisas, estaban determinadas por el soberano Dios que ejerce su poder y reinado sobre toda su creación. La suerte, mala o buena no existe, lo que sí existe es el gran Dios que se revela a sí mismo en las Escrituras. Ese Dios que es tanto de santidad como de amor, de justicia como de misericordia. Por lo tanto, vivamos bajo su señorío, disfrutemos de su grandeza, entendamos su majestad y glorifiquemos todo su ser. A eso hemos sido llamados.

Que Dios te bendiga