Lectura de hoy
El “Loco Harry”
Eclesiastés 8:6-8
Porque para todo lo que quieras hay un tiempo y un cómo, aunque el gran mal que pesa sobre...
REFLEXIÓN
Cuenta un creyente la siguiente historia: Hace una semana vi a Amy, una vieja amiga, en la...
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Estudio Bíblico de la semana
A.04.- Siguiendo a Jesús
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Este estudio nos lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del cristianismo como una forma de vida. ... |
La fe de un niño
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… —De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Mateo 18:3
Reflexión
Un domingo un hombre llamado Miguel dio un testimonio público acerca de su relación con sus dos padres, el que lo crió cuando era niño y su Padre en el cielo.
Primero describió su confianza infantil hacia su padre terrenal como "sencilla y sin complicaciones". Siempre esperaba que su papá arreglara lo que se había roto y le diera consejos. Sin embargo, le aterraba la idea de no complacerle, porque a menudo olvidaba que el amor y el perdón siempre vienen uno detrás del otro.
Miguel continuó: "Hace algunos años causé todo un enredo y herí a muchas personas. Debido a mi culpa, terminé una relación feliz y sencilla con mi Padre celestial. Olvidé que podía pedirle, como a mi padre terrenal, que arreglara lo que yo había roto y buscar su consejo".
Pasaron los años. Finalmente Miguel tuvo una necesidad desesperada de Dios. En un momento se preguntó qué hacer. Alguien le dijo: "Dile a Dios que lo lamentas, ¡y hazlo en serio!"
En vez de ello, Miguel hizo preguntas complicadas, como: "¿Cómo funciona esto?" y "¿Qué pasará si...?"
Finalmente, alguien que lo quería mucho oró diciendo: "Dios, por favor, ¡dale a Miguel la fe de un niño!". Más tarde, Miguel dio un testimonio gozoso de restablecimiento de su relación con Dios: "¡El Señor lo había hecho!"
Mis queridos hermanos y amigos, Miguel encontró la intimidad con su Padre celestial. La clave para él fue practicar la fe sencilla y sin complicaciones. Para nosotros es igual, tengamos la sencillez y la inocencia de un niño, aunque estemos en cuerpo de adulto porque la fe brilla con mayor fulgor en un corazón puro y sencillo de niño.
Que Dios te bendiga
Primero describió su confianza infantil hacia su padre terrenal como "sencilla y sin complicaciones". Siempre esperaba que su papá arreglara lo que se había roto y le diera consejos. Sin embargo, le aterraba la idea de no complacerle, porque a menudo olvidaba que el amor y el perdón siempre vienen uno detrás del otro.
Miguel continuó: "Hace algunos años causé todo un enredo y herí a muchas personas. Debido a mi culpa, terminé una relación feliz y sencilla con mi Padre celestial. Olvidé que podía pedirle, como a mi padre terrenal, que arreglara lo que yo había roto y buscar su consejo".
Pasaron los años. Finalmente Miguel tuvo una necesidad desesperada de Dios. En un momento se preguntó qué hacer. Alguien le dijo: "Dile a Dios que lo lamentas, ¡y hazlo en serio!"
En vez de ello, Miguel hizo preguntas complicadas, como: "¿Cómo funciona esto?" y "¿Qué pasará si...?"
Finalmente, alguien que lo quería mucho oró diciendo: "Dios, por favor, ¡dale a Miguel la fe de un niño!". Más tarde, Miguel dio un testimonio gozoso de restablecimiento de su relación con Dios: "¡El Señor lo había hecho!"
Mis queridos hermanos y amigos, Miguel encontró la intimidad con su Padre celestial. La clave para él fue practicar la fe sencilla y sin complicaciones. Para nosotros es igual, tengamos la sencillez y la inocencia de un niño, aunque estemos en cuerpo de adulto porque la fe brilla con mayor fulgor en un corazón puro y sencillo de niño.
Que Dios te bendiga