Lectura de hoy
La pintura del hijo
Romanos 8:16-17
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos...
REFLEXIÓN
Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de todo en su colección...
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Estudio Bíblico de la semana
A.04.- Siguiendo a Jesús
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Este estudio nos lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del cristianismo como una forma de vida. ... |
Primero yo segundo yo
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Por tanto, si hay algún consuelo en Cristo, si algún estímulo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. No busquéis vuestro propio provecho, sino el de los demás. Filipenses 2:1-4
Reflexión
En una ocasión un periódico argentino publicó esta noticia: “Agua para no beber. Aire que mejor no respirar” Un pueblo pobre, sobre montañas de oro. Son algunas de las contradicciones de Andalgalá, una localidad catamarqueña de 17 mil habitantes, a 240 kilómetros de la capital provincial, donde funciona desde hace diez años la mina de oro y cobre más grande de Argentina y una de las diez más importantes del mundo.
La empresa, “Minera Alumbrera”, de un consorcio suizo-canadiense, es denunciada por los pobladores de contaminar la tierra, el aire y el agua. Pero no termina de surgir un problema cuando aparece otro: recientemente la transnacional anunció el inminente desarrollo de un nuevo proyecto minero en la zona… !que será diez veces mayor al actual!
Ante los “oídos sordos” de los gobernantes (se trata de una democracia!), los pobladores decidieron entablar lucha y manifestar su disconformidad mediante un bloqueo en la carretera principal. Entonces los medios de comunicación nacionales se acercaron y la opinión pública se informó del tema. En un contexto así, la televisión mostró la multitud de rostros desencajados de los habitantes (mayoritariamente de ocupación agrícola), cansados de que la contaminación ambiental provoque pérdidas en los cultivos y haya motivado el éxodo del 40% de la población.
También permitió ver la actitud de algunos de los automovilistas, vecinos de la ciudad, afectados por el corte de tráfico: “Me parece bien que reclamen por lo que les afecta, pero que no me impidan llegar a casa”, dijo uno. “Que hagan lo que quieran, pero que a mí me dejen trabajar”, apuntó otro.
Comentarios entendibles, por cierto. Lo que no se tiene en cuenta (en la mayoría de estos casos) es que lo que afecta a un grupo de la sociedad, en cierta medida terminará afectando también a todos.
El pastor protestante Martín Niemöller, durante el régimen nazi en Alemania, escribió: “primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí… pero ya no quedaba nadie que dijera nada por mí”.
Mis queridos hermanos y amigos, esta reflexión no trata de proponer una postura ideológica, ya sea de “izquierda”, de “centro” o de “derecha”. Trata de proponer algo superior: la adopción de un estilo de vida cuya escala de valores esté regida por el amor y la consideración a los demás. En efecto, el progreso es importante pero lo debe ser para todos, el relativismo con que decimos “si no me afecta no me importa” debe desaparecer de los labios de los creyentes. La iglesia, como fue concebida por Jesús y fue formada por los apóstoles en el primer siglo, lejos de ser una agrupación religiosa (judíos y paganos habían renunciado a sus propias religiones) es una comunidad de creyentes que interactúa para amar a nuestro Padre y ayudar a nuestro prójimo. En ella el interés comunitario priva sobre el interés individual. En ella se sigue el ejemplo de Jesús, que sin importarle quien era vino a servirnos, a rescatarnos y a enseñarnos una nueva forma de vida donde lo que realmente importa es el amor a Dios sobre todas las cosas y el amor al prójimo. Jesús no agregó nada más… y nosotros tampoco.
Que Dios te bendiga
La empresa, “Minera Alumbrera”, de un consorcio suizo-canadiense, es denunciada por los pobladores de contaminar la tierra, el aire y el agua. Pero no termina de surgir un problema cuando aparece otro: recientemente la transnacional anunció el inminente desarrollo de un nuevo proyecto minero en la zona… !que será diez veces mayor al actual!
Ante los “oídos sordos” de los gobernantes (se trata de una democracia!), los pobladores decidieron entablar lucha y manifestar su disconformidad mediante un bloqueo en la carretera principal. Entonces los medios de comunicación nacionales se acercaron y la opinión pública se informó del tema. En un contexto así, la televisión mostró la multitud de rostros desencajados de los habitantes (mayoritariamente de ocupación agrícola), cansados de que la contaminación ambiental provoque pérdidas en los cultivos y haya motivado el éxodo del 40% de la población.
También permitió ver la actitud de algunos de los automovilistas, vecinos de la ciudad, afectados por el corte de tráfico: “Me parece bien que reclamen por lo que les afecta, pero que no me impidan llegar a casa”, dijo uno. “Que hagan lo que quieran, pero que a mí me dejen trabajar”, apuntó otro.
Comentarios entendibles, por cierto. Lo que no se tiene en cuenta (en la mayoría de estos casos) es que lo que afecta a un grupo de la sociedad, en cierta medida terminará afectando también a todos.
El pastor protestante Martín Niemöller, durante el régimen nazi en Alemania, escribió: “primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí… pero ya no quedaba nadie que dijera nada por mí”.
Mis queridos hermanos y amigos, esta reflexión no trata de proponer una postura ideológica, ya sea de “izquierda”, de “centro” o de “derecha”. Trata de proponer algo superior: la adopción de un estilo de vida cuya escala de valores esté regida por el amor y la consideración a los demás. En efecto, el progreso es importante pero lo debe ser para todos, el relativismo con que decimos “si no me afecta no me importa” debe desaparecer de los labios de los creyentes. La iglesia, como fue concebida por Jesús y fue formada por los apóstoles en el primer siglo, lejos de ser una agrupación religiosa (judíos y paganos habían renunciado a sus propias religiones) es una comunidad de creyentes que interactúa para amar a nuestro Padre y ayudar a nuestro prójimo. En ella el interés comunitario priva sobre el interés individual. En ella se sigue el ejemplo de Jesús, que sin importarle quien era vino a servirnos, a rescatarnos y a enseñarnos una nueva forma de vida donde lo que realmente importa es el amor a Dios sobre todas las cosas y el amor al prójimo. Jesús no agregó nada más… y nosotros tampoco.
Que Dios te bendiga