Lectura de hoy
Desconoce quién realizó la buena acción
Mateo 5:14-16
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni...
REFLEXIÓN
Un estudiante de la Universidad de Costa Rica (UCR) expresó su agradecimiento a una persona...
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Estudio Bíblico de la semana
A.04.- Siguiendo a Jesús
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Este estudio nos lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del cristianismo como una forma de vida. ... |
El mejor regalo de los abuelos
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Herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Salmos 127:3
Reflexión
Uno de los mayores regalos que los abuelos pueden darles a sus nietos es el tiempo porque los padres no siempre tienen tiempo para jugar con sus hijos. Los abuelos casi siempre encuentran el tiempo para lanzar una pelota, hornear panecillos o salir a caminar. Pueden hallar el tiempo para enseñar a sus nietos a atarse los cordones de los zapatos, a montar en bicicleta o a hacer sándwiches de mermelada.
Los abuelos de Esteban iban a cada juego de pelota, partido de fútbol y programa escolar de Navidad. Él los recuerda muy bien cuando veía que se sentaban en la primera fila en la iglesia o en el gimnasio del colegio para animarlo. Su abuelo siempre se ponía uno de sus sombreros grises y la abuela casi siempre llegaba con sus vestidos floreados.
Ellos asistían a cada graduación, día del maestro y ferias de ciencias. Esteban rememoraba frecuentemente las ocasiones en que disfrutaron juntos un helado los miércoles por la noche después de la iglesia. Pensaba a menudo en los almuerzos del domingo y los refrescos fríos al terminar los juegos de pelota en las noches cálidas de verano.
“Para mi cumpleaños, mis abuelos me compraban regalos que me gustaban de verdad”, reía Esteban. “Pensaban mucho los regalos que me compraban. No compraban lo que les gustara a ellos. Dedicaban el tiempo para decidir qué le gustaría a un niño de mi edad y compraban ese especial tesoro sin tener en cuenta el precio”.
Después que Esteban se casó y llegaron sus hijos, su vida estaba muy ocupada. Sin embargo, Esteban hizo una prioridad llamar a sus abuelos todas las semanas. Sus abuelos estuvieron dispuestos a darle su tiempo cuando era un niño y él decidió que les daría un poco de su tiempo ahora que era adulto.
Mis queridos hermanos y amigos, cuando damos tiempo damos vida. Esos minutos que dedicamos a las personas que amamos no regresan porque el tiempo pasa de forma inexorable. Cuando fijamos nuestras prioridades estamos decidiendo sobre como invertir nuestro tiempo. No es cierto que no tenemos tiempo para una u otra actividad, alegamos frecuentemente que el tiempo no alcanza. En verdad sí tenemos tiempo para aquello que nos es prioritario y no tenemos tiempo para lo que no lo es. La pregunta es pertinente: ¿Cómo están nuestras prioridades? La respuesta es sencilla, miremos nuestra vida hoy y analicemos a que le estamos dedicando nuestro tiempo porque es así como están nuestra prioridades. Teóricamente las prioridades, desde la perspectiva bíblica, deberían estar así: Dios, familia, trabajo, servicio a otros y diversión. Hay que asignar tiempo para todas ellas porque, como el tiempo es vida, estaremos entregando nuestra vida en ese mismo orden.
Que Dios te bendiga
Los abuelos de Esteban iban a cada juego de pelota, partido de fútbol y programa escolar de Navidad. Él los recuerda muy bien cuando veía que se sentaban en la primera fila en la iglesia o en el gimnasio del colegio para animarlo. Su abuelo siempre se ponía uno de sus sombreros grises y la abuela casi siempre llegaba con sus vestidos floreados.
Ellos asistían a cada graduación, día del maestro y ferias de ciencias. Esteban rememoraba frecuentemente las ocasiones en que disfrutaron juntos un helado los miércoles por la noche después de la iglesia. Pensaba a menudo en los almuerzos del domingo y los refrescos fríos al terminar los juegos de pelota en las noches cálidas de verano.
“Para mi cumpleaños, mis abuelos me compraban regalos que me gustaban de verdad”, reía Esteban. “Pensaban mucho los regalos que me compraban. No compraban lo que les gustara a ellos. Dedicaban el tiempo para decidir qué le gustaría a un niño de mi edad y compraban ese especial tesoro sin tener en cuenta el precio”.
Después que Esteban se casó y llegaron sus hijos, su vida estaba muy ocupada. Sin embargo, Esteban hizo una prioridad llamar a sus abuelos todas las semanas. Sus abuelos estuvieron dispuestos a darle su tiempo cuando era un niño y él decidió que les daría un poco de su tiempo ahora que era adulto.
Mis queridos hermanos y amigos, cuando damos tiempo damos vida. Esos minutos que dedicamos a las personas que amamos no regresan porque el tiempo pasa de forma inexorable. Cuando fijamos nuestras prioridades estamos decidiendo sobre como invertir nuestro tiempo. No es cierto que no tenemos tiempo para una u otra actividad, alegamos frecuentemente que el tiempo no alcanza. En verdad sí tenemos tiempo para aquello que nos es prioritario y no tenemos tiempo para lo que no lo es. La pregunta es pertinente: ¿Cómo están nuestras prioridades? La respuesta es sencilla, miremos nuestra vida hoy y analicemos a que le estamos dedicando nuestro tiempo porque es así como están nuestra prioridades. Teóricamente las prioridades, desde la perspectiva bíblica, deberían estar así: Dios, familia, trabajo, servicio a otros y diversión. Hay que asignar tiempo para todas ellas porque, como el tiempo es vida, estaremos entregando nuestra vida en ese mismo orden.
Que Dios te bendiga