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El ajedrez y el grano de trigo

Publicación:  viernes 17 septiembre 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Las cosas secretas pertenecen a Jehová, nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, a fin de que cumplamos todas las palabras de esta Ley. Deuteronomio 29:29


Reflexión

El ajedrez es conocido como el juego ciencia y según parece es milenario. Sobre su origen existen numerosas leyendas. Algunos historiadores sitúan el nacimiento del ajedrez en la India, en el Imperio Pataliputa, durante el reinado de Asoka. El inventor del juego habría sido un brahmá de nombre Sissa, profesor del príncipe Sirham.

Una historia cuenta que el monarca de Persia quiso conocer y premiar al inventor del juego/arte. Y cuenta el árabe Al-Sefadi que el rey ofreció a dicho inventor concederle el premio que solicitara.

El matemático se contentó con pedirle 1 grano de trigo por la primera casilla del tablero de ajedrez, 2 por la segunda, 4 por la tercera, 8 por la cuarta  y así sucesivamente, siempre doblando, hasta la última de las 64 casillas.

El soberano persa casi se indignó de una petición que, a su parecer, no había de hacer honor a su liberalidad.

¿No quieres nada más? preguntó.

Con eso me bastará, le respondió el matemático.

El rey dio la orden a su gran visir de que, inmediatamente, quedaran satisfechos los deseos del sabio.
¡Pero cuál sería el asombro del visir, después de hacer el cálculo, cuando cayó en cuenta que era imposible dar cumplimiento a la orden!

Para darle al inventor la cantidad que pedía, no había trigo bastante en los reales graneros, ni en los de toda Persia, ni en todos los de Asia.

El rey tuvo que confesar al sabio que no podía cumplirle su promesa, por no ser bastante rico.

Los términos de la progresión arrojan, en efecto, el siguiente resultado: diez y ocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince granos de trigo. En números sería 18.446.744.073.709.551.615. Sabido es que una libra de trigo, de tamaño medio, contiene 12.750 granos aproximadamente. ¡Calcúlese las libras que necesitaba el rey para premiar al sabio! Más de las que produciría en ocho años toda la superficie de la Tierra, incluyendo los mares.

Mis queridos hermanos y amigos, hay cosas que parecen sencillas, pero que en el fondo son profundas. Así son las cosas del Espíritu, ellas son profundas y solo Dios las conoce. La revelación de cómo es Dios se muestra parcialmente en las Escrituras debido a que nuestra mente finita nunca podría comprender a un ser infinito. Nuestro ser imperfecto nunca podría comprender la perfección divina. Es por ello que la Biblia nos enseña todo lo que debemos saber pero no nos enseña todo lo que Dios sabe. De allí se desprende la necesidad de confiar en Aquel que todo lo sabe, que todo lo ve y que todo lo puede, debemos confiar en el supremo Señor, el que está por encima de todo y de todos, ese que desea tener una relación personal con cada uno de sus hijos, ese que pese a su grandeza nos permite llamarlo “Abba”, término arameo con el que los niños llamaban a sus padres. Hoy el ser más poderoso del universo nos invita a decirle “Papito”, esa es una bendición para su pueblo, esa es una bendición para sus hijos y esa es una invitación que conviene aceptar.

Que Dios te bendiga