Lectura de hoy
Salvo por un himno
Salmos 139:1-6
Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme. Has...
REFLEXIÓN
Un grupo de turistas de los estados del norte de los Estados Unidos formaba parte de un gran...
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Estudio Bíblico de la semana
A.04.- Siguiendo a Jesús
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Este estudio nos lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del cristianismo como una forma de vida. ... |
Salvo por un himno
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Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme. Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos, pues aún no está la palabra en mi lengua y ya tú, Jehová, la sabes toda.
Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; ¡alto es, no lo puedo comprender! Salmos 139:1-6
Reflexión
Un grupo de turistas de los estados del norte de los Estados Unidos formaba parte de un gran número reunido en el muelle de un vapor de excursiones que iba a recorrer el histórico río Potomac una hermosa noche del verano de 1881. Un caballero había estado entreteniendo al grupo con una selección de los himnos que más les gustaban. El último del que habló fue “Jesús, amante de mi alma”.
El cantante cantó los dos primeros versos con tanto sentimiento y con un énfasis tan peculiar en las líneas del final, que conmovió a todos los presentes. Un silencio solemne cayó sobre los oyentes durante unos segundos después de que acabara de cantar. Entonces un caballero se acercó desde un lado y le preguntó:
-Le ruego que me disculpe, pero ¿estuvo usted activo en la última guerra?
-Sí, señor -contestó el cantante- serví a las órdenes del general Grant.
-Bien -contestó el intruso-. Yo luché en el lado contrario y creo, bueno, estoy seguro, de que yo estuve cerca de usted una noche brillante hace 18 años en este mismo mes. Era una noche como esta. Si no me equivoco, estaba usted de guardia. Nosotros los sureños estábamos en guerra y usted era uno de mis enemigos. Me acerqué a su puesto de vigilancia con mi arma y las sombras me ocultaban. A usted le daba la luz claramente. Yo había sido seleccionado por nuestro comandante porque tengo un tiro firme y certero.
Mientras usted hacía su guardia, tarareaba ese himno que acaba de cantar. Levanté mi arma e intenté apuntar a su corazón. Entonces en la noche se sintieron las palabras: “Cubre mi cabeza indefensa con la sombra de tus alas”.
Su oración fue respondida. No pude disparar después de eso. Y no hubo ataque a su campamento esa noche. Estaba seguro cuando le oí cantar, que usted era el hombre cuya vida me vi compelido a no destruir.
El cantante cogió la mano del sureño y dijo con mucha emoción:
-Recuerdo esa noche muy bien y sobre todo recuerdo el sentimiento de depresión y soledad con que cumplía mi deber. Conocía el peligro de mi puesto y de hecho era el más peligroso de todos los que tuve. Me entretuve recordando mi hogar, mis amigos y todo lo que amo. Entonces el pensamiento del cuidado de Dios por todos los que ha creado vino sobre mí con peculiar fuerza. Si Él cuida del gorrión, ¿cuánto más no lo hará del hombre que le sigue? Y canté el himno, la oración de mi alma y mi corazón dejó de sentirse solo.
-No supe -continuó- cómo fue respondida mi oración hasta hoy. Mi Padre Celestial consideró que era mejor que no lo supiera en estos dieciocho años. ¡Cuánta de su bondad para con nosotros ignoraremos hasta que se nos revele a la luz de la eternidad! El himno “Jesús, amante de mi alma” ha sido mi favorito. Ahora me será amado de una manera que no podré expresar.
Mis queridos hermanos y amigos, cuan insondables son los caminos de Dios. Quién se hubiera imaginado que el enemigo que asechaba 18 años antes iba a encontrarse con el temeroso vigía que, reconociendo su desesperanza, cantó a Dios para encontrar paz. Ambos pudieron sentir ese día el poder de Dios y pudieron apreciar los medios que Él usa para lograr su fines. Es muy importante aprender la lección que se nos enseña en esta historia. Aunque no lo percibamos, nuestro Señor siempre está actuando a nuestro favor… siempre.
Que Dios te bendiga
El cantante cantó los dos primeros versos con tanto sentimiento y con un énfasis tan peculiar en las líneas del final, que conmovió a todos los presentes. Un silencio solemne cayó sobre los oyentes durante unos segundos después de que acabara de cantar. Entonces un caballero se acercó desde un lado y le preguntó:
-Le ruego que me disculpe, pero ¿estuvo usted activo en la última guerra?
-Sí, señor -contestó el cantante- serví a las órdenes del general Grant.
-Bien -contestó el intruso-. Yo luché en el lado contrario y creo, bueno, estoy seguro, de que yo estuve cerca de usted una noche brillante hace 18 años en este mismo mes. Era una noche como esta. Si no me equivoco, estaba usted de guardia. Nosotros los sureños estábamos en guerra y usted era uno de mis enemigos. Me acerqué a su puesto de vigilancia con mi arma y las sombras me ocultaban. A usted le daba la luz claramente. Yo había sido seleccionado por nuestro comandante porque tengo un tiro firme y certero.
Mientras usted hacía su guardia, tarareaba ese himno que acaba de cantar. Levanté mi arma e intenté apuntar a su corazón. Entonces en la noche se sintieron las palabras: “Cubre mi cabeza indefensa con la sombra de tus alas”.
Su oración fue respondida. No pude disparar después de eso. Y no hubo ataque a su campamento esa noche. Estaba seguro cuando le oí cantar, que usted era el hombre cuya vida me vi compelido a no destruir.
El cantante cogió la mano del sureño y dijo con mucha emoción:
-Recuerdo esa noche muy bien y sobre todo recuerdo el sentimiento de depresión y soledad con que cumplía mi deber. Conocía el peligro de mi puesto y de hecho era el más peligroso de todos los que tuve. Me entretuve recordando mi hogar, mis amigos y todo lo que amo. Entonces el pensamiento del cuidado de Dios por todos los que ha creado vino sobre mí con peculiar fuerza. Si Él cuida del gorrión, ¿cuánto más no lo hará del hombre que le sigue? Y canté el himno, la oración de mi alma y mi corazón dejó de sentirse solo.
-No supe -continuó- cómo fue respondida mi oración hasta hoy. Mi Padre Celestial consideró que era mejor que no lo supiera en estos dieciocho años. ¡Cuánta de su bondad para con nosotros ignoraremos hasta que se nos revele a la luz de la eternidad! El himno “Jesús, amante de mi alma” ha sido mi favorito. Ahora me será amado de una manera que no podré expresar.
Mis queridos hermanos y amigos, cuan insondables son los caminos de Dios. Quién se hubiera imaginado que el enemigo que asechaba 18 años antes iba a encontrarse con el temeroso vigía que, reconociendo su desesperanza, cantó a Dios para encontrar paz. Ambos pudieron sentir ese día el poder de Dios y pudieron apreciar los medios que Él usa para lograr su fines. Es muy importante aprender la lección que se nos enseña en esta historia. Aunque no lo percibamos, nuestro Señor siempre está actuando a nuestro favor… siempre.
Que Dios te bendiga