Lectura de hoy
Siéntate y toca el piano
Filipenses 2:12-13
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no solamente cuando estoy presente...
REFLEXIÓN
Cuenta Max Lucado la siguiente historia: A mi esposa le encantan las antigüedades. A mí...
» Continúa » Escuchar Audio
Reciba diariamente la Lectura de Hoy en su correo electrónico sin ningún compromiso.
Estudio Bíblico de la semana
A.04.- Siguiendo a Jesús
![]() |
Este estudio nos lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del cristianismo como una forma de vida. ... |
Una mujer pequeña con una fe grande
Tweet
Yo más; en trabajos, más abundante; en azotes, sin número; en cárceles, más; en peligros de muerte, muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he sido náufrago en alta mar; en caminos, muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez. 2 Corintios 11:23-27
Reflexión
Dick Hillis y su esposa Margaret se vieron atrapados en China durante la invasión japonesa de la Segunda Guerra Mundial. El matrimonio vivía con sus dos hijos pequeños en el pueblo de Shenkiu.
En el pueblo reinaba la tensión, porque todos los días llegaban informes del avance japonés. En el momento menos oportuno, Dick tuvo un ataque de apendicitis. Sabía que su vida dependía de que emprendiera un largo viaje al hospital. El 15 de enero de 1941, con un mal presentimiento, Margaret lo vio partir.
Al poco tiempo, llegó el coronel chino con noticias; el enemigo estaba cerca y se aconsejaba a los habitantes del pueblo evacuarlo. Margaret tembló al oírlo porque sabía que Johnny -de año y medio- y Margaret Anne -de dos meses- no sobrevivirían como refugiados. Así pues, decidió quedarse. Por la mañana temprano, arrancó la hoja del día anterior en el calendario de pared y leyó el versículo bíblico para ese día. Era el Salmo 56:3: “En el día que temo, yo en Ti confío.”
El pueblo quedó vacío durante el día. A la mañana siguiente, Margaret se levantó sintiéndose abandonada. El versículo del calendario para ese día era el Salmo 9:10: “En Ti confiarán los que conocen Tu nombre, por cuanto Tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron.”
A la mañana siguiente se levantó preocupada. No sabía que daría de comer a sus hijos. En la distancia se oían disparos. El versículo del calendario era Génesis 50:21: “Yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos”. De improviso, apareció una anciana con un caldero de humeante leche de cabra, y otra persona llegó con una canasta de huevos.
Durante el día empezó a intensificarse el fragor de la guerra. Y por la noche, Margaret rogó por la paz de ese pueblo. A la mañana siguiente, al arrancar del calendario la hoja correspondiente al día anterior, vio que la nueva tenía el Salmo 56:9: “Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamaré”.
La batalla se sentía cada vez más cerca. Margaret no se acostó aquella noche. La invasión parecía inminente. Sin embargo, la mañana siguiente, misteriosamente reinaba el silencio. De pronto los habitantes de la aldea empezaron a volver a sus casas y el coronel tocó a la puerta. Le informó que, por motivos desconocidos, los japoneses habían retirado sus tropas. Nadie podía comprenderlo, pero el peligro había pasado. Estaban a salvo.
Margaret volvió la vista hacia el calendario de la pared y comprendió que había estado leyendo mensajes de puño y letra de Dios.
Mis queridos hermanos y amigos, ¿casualidades o suerte? Todo depende de la calidad del Dios en que creemos. Los creyentes entendemos que tanto una como la otra no existen. El nuestro es un Dios que todo lo puede, que todo lo sabe, que está de forma simultánea en todo lugar y que está en control de todo. Que es supremo y soberano y obra para bien, esto es para conveniencia, con todos los que se acercan a Él. Así como hay creyentes que han sido salvados de crueles tormentos, han habido otros que los han padecido. Él sabe perfectamente quienes deben atravesar qué y por donde, aunque esto implique sufrimiento y dolor. En su perfecta sabiduría actuará con cada uno como conviene, para que su plan perfecto se ejecute. Es precisamente por eso que lo llamamos “Señor”.
Que Dios te bendiga
En el pueblo reinaba la tensión, porque todos los días llegaban informes del avance japonés. En el momento menos oportuno, Dick tuvo un ataque de apendicitis. Sabía que su vida dependía de que emprendiera un largo viaje al hospital. El 15 de enero de 1941, con un mal presentimiento, Margaret lo vio partir.
Al poco tiempo, llegó el coronel chino con noticias; el enemigo estaba cerca y se aconsejaba a los habitantes del pueblo evacuarlo. Margaret tembló al oírlo porque sabía que Johnny -de año y medio- y Margaret Anne -de dos meses- no sobrevivirían como refugiados. Así pues, decidió quedarse. Por la mañana temprano, arrancó la hoja del día anterior en el calendario de pared y leyó el versículo bíblico para ese día. Era el Salmo 56:3: “En el día que temo, yo en Ti confío.”
El pueblo quedó vacío durante el día. A la mañana siguiente, Margaret se levantó sintiéndose abandonada. El versículo del calendario para ese día era el Salmo 9:10: “En Ti confiarán los que conocen Tu nombre, por cuanto Tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron.”
A la mañana siguiente se levantó preocupada. No sabía que daría de comer a sus hijos. En la distancia se oían disparos. El versículo del calendario era Génesis 50:21: “Yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos”. De improviso, apareció una anciana con un caldero de humeante leche de cabra, y otra persona llegó con una canasta de huevos.
Durante el día empezó a intensificarse el fragor de la guerra. Y por la noche, Margaret rogó por la paz de ese pueblo. A la mañana siguiente, al arrancar del calendario la hoja correspondiente al día anterior, vio que la nueva tenía el Salmo 56:9: “Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamaré”.
La batalla se sentía cada vez más cerca. Margaret no se acostó aquella noche. La invasión parecía inminente. Sin embargo, la mañana siguiente, misteriosamente reinaba el silencio. De pronto los habitantes de la aldea empezaron a volver a sus casas y el coronel tocó a la puerta. Le informó que, por motivos desconocidos, los japoneses habían retirado sus tropas. Nadie podía comprenderlo, pero el peligro había pasado. Estaban a salvo.
Margaret volvió la vista hacia el calendario de la pared y comprendió que había estado leyendo mensajes de puño y letra de Dios.
Mis queridos hermanos y amigos, ¿casualidades o suerte? Todo depende de la calidad del Dios en que creemos. Los creyentes entendemos que tanto una como la otra no existen. El nuestro es un Dios que todo lo puede, que todo lo sabe, que está de forma simultánea en todo lugar y que está en control de todo. Que es supremo y soberano y obra para bien, esto es para conveniencia, con todos los que se acercan a Él. Así como hay creyentes que han sido salvados de crueles tormentos, han habido otros que los han padecido. Él sabe perfectamente quienes deben atravesar qué y por donde, aunque esto implique sufrimiento y dolor. En su perfecta sabiduría actuará con cada uno como conviene, para que su plan perfecto se ejecute. Es precisamente por eso que lo llamamos “Señor”.
Que Dios te bendiga