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Fe que mueve montañas

Publicación:  martes 20 julio 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Respondiendo Jesús, les dijo:
—De cierto os digo que si tenéis fe y no dudáis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte le decís:“¡Quítate y arrójate al mar!”, será hecho. Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.
Mateo 21:21-22


Reflexión

Una pequeña congregación en las faldas de las Montañas “Great Smokies” construyó un nuevo santuario en una propiedad donada por un miembro de la iglesia. Diez días antes de que la nueva iglesia fuese inaugurada, el inspector municipal de la localidad le informó al ministro que la sección de estacionamientos no era lo suficientemente grande para el tamaño del edificio. Hasta que la iglesia doblase el tamaño de la sección de estacionamientos, no podrían utilizar el nuevo santuario.

Desafortunadamente, la iglesia había usado cada pulgada de su terreno excepto por la montaña contra la que había sido construida. Para poder construir más estacionamientos, tendrían que sacar la montaña fuera de su patio trasero. Sin amilanarse, el ministro anunció el siguiente domingo en la mañana que se reuniría esa noche con todos los miembros que tuviesen una “fe que mueve montañas”. Ellos celebrarían una sesión de oración pidiéndole a Dios que removiese la montaña de su patio trasero y que de alguna manera proveyese suficiente dinero para pavimentarlo y pintarlo antes de la fecha del servicio de inauguración la semana siguiente.

En el tiempo señalado, 24 de los 300 miembros de la congregación se reunieron para orar. Oraron por casi tres horas. A las diez de la noche, el ministro pronunció el “amén” final. “Celebraremos el culto de inauguración el próximo domingo tal y como está programado”, les aseguró a todos. “Dios nunca nos ha fallado antes y estoy seguro de que será fiel en esta ocasión también”.

A la siguiente mañana mientras trabajaba en su estudio, oyó un fuerte golpeteo en su puerta. Cuando gritó “entre”, un capataz de aspecto rudo apareció, quitándose el casco al entrar. “Perdóneme, Reverendo. Soy de la Compañía de Construcción Acme del condado aledaño. Estamos construyendo un enorme centro comercial allá y necesitamos algo de tierra para relleno. ¿Podría usted vendernos un pedazo de esa montaña detrás de su iglesia? Le pagaremos por la tierra que removamos y le pavimentaremos el área desocupada a costo nuestro, si la podemos tener de una vez.

Aquella pequeña iglesia fue dedicada el siguiente domingo de acuerdo al plan original y ¡hubo más miembros con “fe que mueve montañas” en el domingo inaugural que los que había habido la semana anterior!

Mis queridos hermanos y amigos, este asunto de la fe y de la oración no se pueden tomar a la ligera. Muchos piensan que Dios va a conceder lo que en oración se le pida, ignorando que Dios es soberano y decide como le place. ¡Nadie le da órdenes a Dios! Adicionalmente Jesús nos enseñó en el Sermón del Monte (capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio de Mateo) que Dios solo da buenas dádivas a los suyos y solo Él sabe cuales son buenas y cuales no, por lo tanto es más conveniente dejar que Él decida.

Dios no es un genio de la botella listo para conceder lo que le pidamos ni la oración es un conjuro a través del cual obligamos a Dios a hacer lo que deseamos. Nuestro Dios desea que le manifestemos nuestra dependencia a Él y nos acerquemos confiadamente al trono de la gracia buscándole, reconociendo así nuestra pequeñez y fragilidad. Él concederá lo que conviene porque de antemano conoce nuestra necesidad. Tampoco es un Dios olvidadizo que necesita que le recordemos lo que ya sabe ni uno renuente que necesita que a través de nuestra insistencia le hagamos cambiar de opinión. En relación a la fe, una buena doctrina bíblica nos enseñaría que la fe no tienen poder en sí misma sino que tiene poder Aquel en quien depositamos nuestra fe. Ese es Todopoderoso y es capaz de hacer lo que su sabiduría y su voluntad deciden. Así es nuestro Señor, todo lo sabe, todo lo puede y todo lo planea y ejecuta con precisión divina. Qué maravilla es depender de un Dios así… y ser Su hijo.

Que Dios te bendiga