Lectura de hoy

Ángel de la muerte

Eclesiastés 7:14

En el día del bien goza del bien, y en el día de la adversidad, reflexiona. Dios hizo tanto...

REFLEXIÓN

En cierta ocasión, el amo de una viña grande mandó a uno de sus mejores criados a realizar...

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Una mujer tras las cortinas

Publicación:  lunes 28 junio 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas.
El corazón de su marido confía en ella y no carecerá de ganancias.
De ella recibe el bien y no el mal todos los días de su vida.
Ella busca la lana y el lino, y trabaja gustosamente con sus manos.
Es como la nave del mercader, que trae su pan desde lejos.
Siendo aún de noche, se levanta para dar la comida a su familia y la ración a sus criadas.
Considera la heredad y la compra, y con sus propias manos planta una viña.
Se ciñe firmemente la cintura y esfuerza sus brazos.
Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche.
Proverbios 31:10-18


Reflexión

Jacques Yves Cousteau pasó toda su vida en el mar, no contento con inventar los equipos de buceo actuales recorrió el mundo, a bordo del Calypso para enseñarle a la humanidad la grandiosidad de los océanos.

Muchos hombres y mujeres crecimos entre sus imágenes, muchos fuimos contagiados por su “fiebre de mar”, jugábamos de chicos a ser buzos del Calypso, conocíamos todas sus historias, vivimos todas sus inmersiones.

Un día el Calypso y su tripulación partieron rumbo al Mar Rojo donde planeaban filmar su primera película. Al llegar anclaron el barco cerca de la costa de Egipto y todos los hombres fueron al agua, en el barco sólo quedó la esposa de Cousteau, Simone. Mientras que los buzos estaban bajo el agua el cielo se cubrió de nubes, la superficie del mar se encrespó y comenzó a soplar un fuerte viento. Los buzos no pudieron volver al barco, nadaron hacia la costa. Una vez ahí contemplaron al Calypso que se sacudía con cada golpe de ola, tironeando el cabo del ancla que se rompería inevitablemente. Cousteau temía por su esposa, una mujer delgada que no tenía idea de barcos ni de navegación. Los buzos presos de impotencia esperaban la rotura del cabo del ancla para ver como todas sus ilusiones se hundían con el viejo buque.

El cabo se rompió en un estallido seco e inmediatamente se escuchó el motor del barco que se ponía en marcha, viraba a babor y se internaba en el mar de frente a la tormenta, al timón estaba Simone Cousteau y no parecía estar dispuesta a dejar hundir al Calypso. Como no sabía nada de náutica decidió ir mar adentro donde no podría chocar con nada. Viajaba hacia la tormenta.

Ocho horas duró la lucha entre el viejo dragaminas y el mar, ocho horas donde una mujer sola, que nunca antes había estado en un barco, sacaba fuerzas de la nada para evitar que los sueños de su marido se hundieran ese día.

Cuando la tormenta terminó llevó al barco hacia la costa que se veía a la distancia pero como no lo sabía atracar y ya no tenía ancla, simplemente lo dejó flotar a la deriva con el motor apagado esperando que los buzos, que miraban la maniobra desde tierra, se pudiera acercar a nado. Así lo hicieron y al llegar encontraron a una Simone sonriente que, ante la sorpresa de todos, los recibió con café caliente.

Pasaron muchos años y el viejo dragaminas se convirtió en uno de los buques oceanográficos más famosos del mundo, navegó por todos los mares y visitó todos los puertos y Cousteau adquirió fama internacional. En 1980, en un reportaje un periodista le preguntó si era difícil comandar el Calypso, Cousteau contestó:

“No si está Simone a bordo, ella es la cocinera, la madre de treinta marineros, la que aconseja, la que pone fin a las peleas, la que nos manda a afeitar, la que nos reta, la que nos acaricia, la peluquera de a bordo, nuestra mejor crítica, nuestra primera admiradora, la que salva al barco de las tormentas. Ella es la sonrisa cada mañana y el saludo antes de irnos a dormir. El Calypso podría haber vivido sin mí… pero no sin Simone”

Mis queridos hermanos y amigos, Simone fue una mujer que vivió entre cámaras y nunca se dejó fotografiar, no figuró en ninguna de las enciclopedias del Calypso, se negó a ser vista en las películas y la mayoría de la gente nunca vio su cara. Cuantas son las mujeres que han sido ignoradas, pero han hecho grandes cosas sin ser jamás reconocidas. Sin duda muy cerca de nosotros hay una mujer silenciosa hoy, puede ser la que barre nuestra oficina, la que escribe en el computador, o quizá nuestra madre, nuestra hermana, nuestra abuela, nuestra tía, nuestra vecina o nuestra amiga. Reconozcamos hoy su labor y hagámoslo públicamente, porque hoy podríamos hacer para ella de este día su mejor día.

Que Dios te bendiga