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La camisa

Publicación:  lunes 21 junio 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos metas en tentación, sino líbranos del mal. porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén. Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:12-15


Reflexión

Paco de 8 años, entró en su casa después de clase, pisoteando fuerte. Su padre, que se dirigía al fondo de la casa, al verlo entrar lo llamó para hablar. Paco lo acompañó desconfiado. Antes que su padre dijera algo, Paco expresó irritado:

- Padre, estoy con muchísima rabia. Joaquín no podría haberme hecho lo que hizo.

Su padre, un hombre sencillo pero sabio, escuchaba a su hijo mientras ese seguía con su reclamo.

- Joaquín me humilló delante de mis amigos. ¡Me gustaría que le pase algo malo!

El padre escuchó todo callado mientras caminaba buscando una bolsa de carbón. Llevó la bolsa hasta el fondo y le dijo a Paco:

- Hijo, quiero hacerte una propuesta. Imaginemos que aquella camisa blanca que está en el tendedero es tu amigo Joaquín y que cada trozo de carbón es un pensamiento malo que tu le envías. Quiero que tires todo ese carbón en la camisa, hasta el último trozo y dentro un rato vuelvo para ver como quedó.

Al niño le pareció un divertido juego y de inmediato procedió de acuerdo a las instrucciones de su padre. La camisa estaba colgada lejos y solamente algunos trozos acertaron al blanco. No era tarea fácil, el carbón era liviano y la camisa estaba lejos. El padre que miraba todo, le preguntó:

- Hijo, ¿cómo estás ahora?

- Estoy cansado pero feliz porque acerté muchos trozos de carbón en la camisa.

El padre miró a su hijo, que no entendía la razón de aquel juego y dijo:

- Ven, quiero que veas una cosa.

El hijo fue hasta su habitación y se miró en un gran espejo. ¡Que susto! Paco solo conseguía ver sus dientes y ojos, estaba totalmente sucio de polvo de carbón. Su padre, entonces, le dijo:

- Viste que la camisa casi no se ensució…. pero fíjate en ti mismo, estás más sucio que la camisa a la cual le tiraste el carbón. Eso mi querido hijo es lo que sucede cuando le deseas el mal a alguien, tus pensamientos te ensucian más a tí que a él.

Mis queridos hermanos y amigos, de una forma u otra, todos nosotros hemos sido lastimados por alguien. En algunas ocasiones han sido nuestros propios padres, en otras algún hermano y en otra amigos que considerábamos íntimos o en otras personas que han competido contra nosotros por una posición de privilegio, ya sea en el trabajo o en los deportes. Ese dolor usualmente se ha transformado en rencor y deseo de venganza. Es curioso, tanto el rencor como el deseo de venganza ensucian y lastiman a quien lo siente y no le hacen absolutamente nada al transgresor. El único afectado, que entre otras cosas pierde su paz, es aquel quien se deja dominar por esas emociones malsanas. Es más fácil y más agradable perdonar, así nos libramos del veneno del rencor, recuperamos nuestra paz y glorificamos a nuestro Padre que está en los cielos.

Que Dios te bendiga