Lectura de hoy

Ángel de la muerte

Eclesiastés 7:14

En el día del bien goza del bien, y en el día de la adversidad, reflexiona. Dios hizo tanto...

REFLEXIÓN

En cierta ocasión, el amo de una viña grande mandó a uno de sus mejores criados a realizar...

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Él vive

Publicación:  lunes 5 abril 2021   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo,  y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. Job 19:25-26


Reflexión

“Despreciado y desechado entre los hombres, …fue menospreciado y no lo estimamos. Händel continuó leyendo: " Él confió en Dios… Dios no abandonó su alma… Él te dará descanso…”

En Händel, estas palabras se llenaban de contenido y de vivencias. Y cuando continuó leyendo "Yo sé que mi Redentor vive… alégrate … ¡Aleluya!", comenzó a vibrar.

Maravillosos sonidos le sobrevinieron. La chispa “de arriba” lo había encendido. Händel tomó la pluma y comenzó a escribir. Con increíble rapidez se fueron llenando de notas las páginas.

A la mañana siguiente, su ayudante lo vio inclinado sobre su escritorio. Colocó la bandeja con el desayuno a su alcance y lo dejó solo. A mediodía el desayuno aun no había sido tocado. Händel escribía y escribía. A ratos se levantaba de un salto y se echaba sobre el clavicémbalo, caminaba de un lado a otro, gesticulaba con los brazos y cantaba a voz en cuello ¡Aleluya, aleluya! Su ayudante lo creyó loco cuando Händel le dijo que los portales del cielo se le habían abierto y Dios mismo estaba sobre él.

Veinticuatro días trabajó Händel como enloquecido, casi sin comer ni descansar. Por fin cayó sobre su cama, agotado. Delante de él, la partitura completa de la famosa obra clásica “El Mesías”.

Händel personalmente llegó a dirigir 34 veces la presentación de “El Mesías”. El 6 de abril de 1759 fue la última vez que pudo presenciar su obra. Sufrió un ataque de debilidad y expresó el deseo de morir el día de Viernes Santo.

Dios le concedió este deseo y llamó al gran maestro el 14 de abril, Viernes Santo, de 1759. Händel pudo reunirse con Aquél a quien había exaltado tan majestuosamente con su música y quien había ganado toda la fe del maestro, de manera que éste pudo cantar con júbilo: ¡Yo sé que mi Redentor vive!

Mis queridos hermanos y amigos, esa locura de Händel por el Señor es contagiosa y agradable. Cuando le conocemos de verdad, cuando le escuchamos a través de Su Palabra, cuando nuestra vida se rige por sus mandatos, todo se vuelve así, como la locura de Händel. ¿Deseamos esa clase de alegría? Aceptemos entonces la realidad que Händel entendió y digamos como él: ¡Yo sé que mi Redentor vive!

Que Dios te bendiga