Lectura de hoy
El día en que Jesús guardó silencio
Isaías 53:6
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová...
REFLEXIÓN
Aún no llego a comprender cómo ocurrió, si fue real o un sueño. Solo recuerdo que ya era...
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Estudio Bíblico de la semana
A.03.- El Jesús histórico
Este estudio demuestra con claridad que Jesús es el Mesías esperado y el Hijo de Dios. Se citan las profecías más conocidas del Antiguo Testamento cumplidas en Jesús 400 o más años después. ... |
Venta por divorcio
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Así dijo Jehová:
«¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades habéis sido vendidos
y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre. Isaías 50:1
Reflexión
La presente reflexión es tomada de Un mensaje a la Conciencia del Hermano Pablo.
Una de las costumbres de la clase media de los Estados Unidos es lo que llaman «venta en el garaje». Cuando una familia ha amontonado objetos que ya no necesita, saca todo al garaje de la casa y pone un cartel que dice: «Venta en el garaje», y los vecinos vienen a surtirse de enseres domésticos baratos.
Jorge Najar y su esposa Jennifer, del estado de Ohio, Estados Unidos, decidieron divorciarse después de ocho años de casados. Juntaron todas las cosas que habían comprado para adornar su hogar en el lapso de los ocho años, las pusieron en el garaje y colocaron un cartel que decía: «VENTA POR DIVORCIO».
Durante diez días estuvieron ambos vendiendo sus cosas. Cada objeto del que se desprendían era un recuerdo de su vida matrimonial que se reanimaba: aquí un velador, allí un cuadro, más allá una plancha eléctrica, un televisor, un juego de loza. Cada objeto era un recuerdo de algún momento feliz que, después de todo, habían pasado juntos.
A los diez días Jorge y Jennifer se habían reconciliado. «Se acabó la venta —les anunciaron a los vecinos—; ya no nos divorciamos. Nos amamos, y nunca nos vamos a separar.»
Mis queridos hermanos y amigos, este pintoresco episodio nos lleva a reflexionar una vez más sobre el problema de los matrimonios. ¿Por qué naufragan tantos de ellos? ¿Por qué se acaba tan rápidamente el amor que parecía eterno? ¿Por qué se dice tanto, por ahí, que «el matrimonio es la tumba del amor»?
Mucha gente pregunta: ¿Cuáles son las bases para un matrimonio del todo feliz, dichoso y duradero? La respuesta es: primero, un intenso amor recíproco que lleva a cada cónyuge a hacer "su misión de vida" que su pareja sea feliz; segundo, un compromiso de fidelidad mutua; tercero, un espíritu de sacrificio en ese amor, es decir, saber sacrificarse el uno por el otro; cuarto, un ajuste perfecto en las relaciones íntimas matrimoniales, para la mutua satisfacción del cuerpo, del alma y del espíritu; y quinto y más importante que todo lo demás, una determinación de poner a Cristo como Señor y cabeza verdadera del matrimonio y del hogar. Cuando el señor de nuestro matrimonio es el egoísmo, o sea mi propia felicidad, el fracaso es inminente. Cuando el Señor de nuestro matrimonio es Jesús, amaremos a nuestro cónyuge al punto de dar la vida por él. Ese es el verdadero amor… el incondicional.
Que Dios te bendiga
Una de las costumbres de la clase media de los Estados Unidos es lo que llaman «venta en el garaje». Cuando una familia ha amontonado objetos que ya no necesita, saca todo al garaje de la casa y pone un cartel que dice: «Venta en el garaje», y los vecinos vienen a surtirse de enseres domésticos baratos.
Jorge Najar y su esposa Jennifer, del estado de Ohio, Estados Unidos, decidieron divorciarse después de ocho años de casados. Juntaron todas las cosas que habían comprado para adornar su hogar en el lapso de los ocho años, las pusieron en el garaje y colocaron un cartel que decía: «VENTA POR DIVORCIO».
Durante diez días estuvieron ambos vendiendo sus cosas. Cada objeto del que se desprendían era un recuerdo de su vida matrimonial que se reanimaba: aquí un velador, allí un cuadro, más allá una plancha eléctrica, un televisor, un juego de loza. Cada objeto era un recuerdo de algún momento feliz que, después de todo, habían pasado juntos.
A los diez días Jorge y Jennifer se habían reconciliado. «Se acabó la venta —les anunciaron a los vecinos—; ya no nos divorciamos. Nos amamos, y nunca nos vamos a separar.»
Mis queridos hermanos y amigos, este pintoresco episodio nos lleva a reflexionar una vez más sobre el problema de los matrimonios. ¿Por qué naufragan tantos de ellos? ¿Por qué se acaba tan rápidamente el amor que parecía eterno? ¿Por qué se dice tanto, por ahí, que «el matrimonio es la tumba del amor»?
Mucha gente pregunta: ¿Cuáles son las bases para un matrimonio del todo feliz, dichoso y duradero? La respuesta es: primero, un intenso amor recíproco que lleva a cada cónyuge a hacer "su misión de vida" que su pareja sea feliz; segundo, un compromiso de fidelidad mutua; tercero, un espíritu de sacrificio en ese amor, es decir, saber sacrificarse el uno por el otro; cuarto, un ajuste perfecto en las relaciones íntimas matrimoniales, para la mutua satisfacción del cuerpo, del alma y del espíritu; y quinto y más importante que todo lo demás, una determinación de poner a Cristo como Señor y cabeza verdadera del matrimonio y del hogar. Cuando el señor de nuestro matrimonio es el egoísmo, o sea mi propia felicidad, el fracaso es inminente. Cuando el Señor de nuestro matrimonio es Jesús, amaremos a nuestro cónyuge al punto de dar la vida por él. Ese es el verdadero amor… el incondicional.
Que Dios te bendiga