Lectura de hoy
¿Qué sucedería si Dios…?
Jeremías 33:3
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces...
REFLEXIÓN
¿Qué sucedería si Dios instalara un contestador telefónico automático en el cielo? Imaginémonos...
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Estudio Bíblico de la semana
A.03.- El Jesús histórico
Este estudio demuestra con claridad que Jesús es el Mesías esperado y el Hijo de Dios. Se citan las profecías más conocidas del Antiguo Testamento cumplidas en Jesús 400 o más años después. ... |
La bailarina
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Jesús le dijo:
—Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Marcos 9:23
Reflexión
Una joven había tomado clases de ballet durante toda su infancia y había llegado el momento en que se sentía lista para entregarse a la disciplina que la ayudaría a convertir su afición en profesión.
Deseaba llegar a ser la "primera bailarina" y quería comprobar si poseía las dotes necesarias, de manera que cuando llegó a su ciudad una gran compañía de ballet, fue a los camerinos luego de una función y habló con el director.
- Quisiera llegar a ser una gran bailarina, le dijo, pero no se si tengo el talento necesario o que me hace falta.
- Dame una demostración, le dijo el maestro.
Transcurrido apenas 5 minutos, la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación.
- No, no tiene usted condiciones.
La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojó las zapatillas de baile en un armario y no volvió a calzarlas nunca más, se casó, tuvo hijos y cuando se hicieron un poco mayores, tomó un empleo de cajera en un supermercado.
Años después asistió a una función de ballet y a la salida se topó con el viejo director que ya era octogenario, ella le recordó la charla que habían tenido años antes, le mostró fotografías de sus hijos y le comentó de su trabajo en el supermercado, luego agregó:
- Hay algo que nunca he terminado de entender. ¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?
- Ahhh, apenas la miré cuando usted bailó delante de mi, le dije lo que siempre le digo a todas, le contestó.
- ¡ Pero eso es imperdonable! Exclamó ella, arruinó mi vida, pude haber llegado a ser primera bailarina!
- No lo creo, repuso el viejo maestro. Si hubieras tenido las dotes necesarias y una verdadera vocación para bailar, no habrías prestado ninguna atención a lo que yo dije.
Mis queridos hermanos y amigos, la mujer de la historia consideró una ruina el haber tenido varios hijos y ser cajera de un supermercado, en vez de ser una bailarina. ¡Qué ciegos somos! ¿Quién le asegura a la mujer que es más feliz una bailarina que una madre? ¿Qué pensarían sus hijos si les dijera que de haber sido bailarina no los habría tenido? ¿Quién garantiza que la felicidad reside en lo que se hace y en lo que se logra? Este error lo comete nuestra sociedad al alabar a los que teóricamente son exitosos, aunque no sean felices. Erróneamente se repite un refrán: "No hay felicidad, solo momentos felices".
Las Escrituras nos dicen otra cosa. Tener certeza en lo que se espera y estar convencido de lo que no se ve, es la definición bíblica de fe. Estar seguros de la existencia de Dios y saber con certidumbre que sus promesas serán cumplidas, porque fiel es el que prometió, trae paz. Y es precisamente paz lo que podemos definir como felicidad. Es feliz el que está en paz. Es feliz el que tiene un corazón agradecido con lo que Dios le ha provisto y solo aspira a vivir para agradarle a Él. Es feliz el que espera en el Señor, es feliz el que ha aprendido a deleitarse en Él.
Que Dios te bendiga
Deseaba llegar a ser la "primera bailarina" y quería comprobar si poseía las dotes necesarias, de manera que cuando llegó a su ciudad una gran compañía de ballet, fue a los camerinos luego de una función y habló con el director.
- Quisiera llegar a ser una gran bailarina, le dijo, pero no se si tengo el talento necesario o que me hace falta.
- Dame una demostración, le dijo el maestro.
Transcurrido apenas 5 minutos, la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación.
- No, no tiene usted condiciones.
La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojó las zapatillas de baile en un armario y no volvió a calzarlas nunca más, se casó, tuvo hijos y cuando se hicieron un poco mayores, tomó un empleo de cajera en un supermercado.
Años después asistió a una función de ballet y a la salida se topó con el viejo director que ya era octogenario, ella le recordó la charla que habían tenido años antes, le mostró fotografías de sus hijos y le comentó de su trabajo en el supermercado, luego agregó:
- Hay algo que nunca he terminado de entender. ¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?
- Ahhh, apenas la miré cuando usted bailó delante de mi, le dije lo que siempre le digo a todas, le contestó.
- ¡ Pero eso es imperdonable! Exclamó ella, arruinó mi vida, pude haber llegado a ser primera bailarina!
- No lo creo, repuso el viejo maestro. Si hubieras tenido las dotes necesarias y una verdadera vocación para bailar, no habrías prestado ninguna atención a lo que yo dije.
Mis queridos hermanos y amigos, la mujer de la historia consideró una ruina el haber tenido varios hijos y ser cajera de un supermercado, en vez de ser una bailarina. ¡Qué ciegos somos! ¿Quién le asegura a la mujer que es más feliz una bailarina que una madre? ¿Qué pensarían sus hijos si les dijera que de haber sido bailarina no los habría tenido? ¿Quién garantiza que la felicidad reside en lo que se hace y en lo que se logra? Este error lo comete nuestra sociedad al alabar a los que teóricamente son exitosos, aunque no sean felices. Erróneamente se repite un refrán: "No hay felicidad, solo momentos felices".
Las Escrituras nos dicen otra cosa. Tener certeza en lo que se espera y estar convencido de lo que no se ve, es la definición bíblica de fe. Estar seguros de la existencia de Dios y saber con certidumbre que sus promesas serán cumplidas, porque fiel es el que prometió, trae paz. Y es precisamente paz lo que podemos definir como felicidad. Es feliz el que está en paz. Es feliz el que tiene un corazón agradecido con lo que Dios le ha provisto y solo aspira a vivir para agradarle a Él. Es feliz el que espera en el Señor, es feliz el que ha aprendido a deleitarse en Él.
Que Dios te bendiga