Lectura de hoy
¿Qué sucedería si Dios…?
Jeremías 33:3
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces...
REFLEXIÓN
¿Qué sucedería si Dios instalara un contestador telefónico automático en el cielo? Imaginémonos...
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Estudio Bíblico de la semana
A.03.- El Jesús histórico
Este estudio demuestra con claridad que Jesús es el Mesías esperado y el Hijo de Dios. Se citan las profecías más conocidas del Antiguo Testamento cumplidas en Jesús 400 o más años después. ... |
Déjala secar
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Deja la ira y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo… Salmos 37:8
Reflexión
Mariana se puso toda feliz por haber ganado de regalo un juego de té multicolor. Al día siguiente, Julia, su amiguita, vino bien temprano a invitarla a jugar. Mariana no podía pues saldría con su madre aquella mañana. Julia entonces pidió a Mariana que le prestara su juego de té para que ella pudiera jugar sola en el jardín del edificio en que vivían. Ella no quería prestar su flamante regalo pero ante la insistencia de la amiga decidió hacer hincapié en el cuidado de aquel juguete tan especial.
Al volver del paseo, Mariana se quedó pasmada al ver su juego de té tirado en el suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota. Llorando y muy molesta Mariana se desahogó con su mamá.
- ¿Ves mamá lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete y ella lo descuidó todo y lo dejó tirado en el suelo.
Totalmente descontrolada Mariana quería ir a la casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre cariñosamente le dijo:
- Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuando saliste con tu vestido nuevo todo blanco y un coche que pasaba te salpicó de lodo tu ropa? Al llegar a casa querías lavar inmediatamente el vestido pero tu abuelita no te dejó. ¿Recuerdas lo que dijo tu abuela?
- Ella dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil de quitar.
- Así es hijita, con la ira es lo mismo, deja la ira secarse primero, después es mucho más fácil resolver todo.
Mariana no entendía todo muy bien, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a ver el televisor. Un rato después sonó el timbre de la puerta. Era Julia, con una caja en las manos y sin más preámbulo ella dijo:
- Mariana, ¿recuerdas al niño malcriado de la otra calle, el que a menudo nos molesta?. Él vino para jugar conmigo y no lo dejé porque creí que no cuidaría tu juego de té pero él se enojó y destruyó el regalo que me habías prestado. Cuando le conté a mi madre ella preocupada me llevó a comprar otro igualito, para ti. ¡Espero que no estés enojada conmigo. No fue mi culpa.!
- ¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira ya secó!.Y dando un fuerte abrazo a su amiga, la tomó de la mano y la llevó a su cuarto para contarle la historia del vestido nuevo que se había ensuciado de lodo.
Mis queridos hermanos y amigos, nunca reaccionemos mientras sintamos ira. La ira nos ciega e impide que veamos las cosas como ellas realmente son. De esta forma evitaremos cometer injusticias y ganaremos el respeto de los demás por tener una posición ponderada y correcta delante de una situación difícil. No nos olvidemos: Dejemos la ira secar.
Que Dios te bendiga
Al volver del paseo, Mariana se quedó pasmada al ver su juego de té tirado en el suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota. Llorando y muy molesta Mariana se desahogó con su mamá.
- ¿Ves mamá lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete y ella lo descuidó todo y lo dejó tirado en el suelo.
Totalmente descontrolada Mariana quería ir a la casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre cariñosamente le dijo:
- Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuando saliste con tu vestido nuevo todo blanco y un coche que pasaba te salpicó de lodo tu ropa? Al llegar a casa querías lavar inmediatamente el vestido pero tu abuelita no te dejó. ¿Recuerdas lo que dijo tu abuela?
- Ella dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil de quitar.
- Así es hijita, con la ira es lo mismo, deja la ira secarse primero, después es mucho más fácil resolver todo.
Mariana no entendía todo muy bien, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a ver el televisor. Un rato después sonó el timbre de la puerta. Era Julia, con una caja en las manos y sin más preámbulo ella dijo:
- Mariana, ¿recuerdas al niño malcriado de la otra calle, el que a menudo nos molesta?. Él vino para jugar conmigo y no lo dejé porque creí que no cuidaría tu juego de té pero él se enojó y destruyó el regalo que me habías prestado. Cuando le conté a mi madre ella preocupada me llevó a comprar otro igualito, para ti. ¡Espero que no estés enojada conmigo. No fue mi culpa.!
- ¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira ya secó!.Y dando un fuerte abrazo a su amiga, la tomó de la mano y la llevó a su cuarto para contarle la historia del vestido nuevo que se había ensuciado de lodo.
Mis queridos hermanos y amigos, nunca reaccionemos mientras sintamos ira. La ira nos ciega e impide que veamos las cosas como ellas realmente son. De esta forma evitaremos cometer injusticias y ganaremos el respeto de los demás por tener una posición ponderada y correcta delante de una situación difícil. No nos olvidemos: Dejemos la ira secar.
Que Dios te bendiga