Lectura de hoy

Ángel de la muerte

Eclesiastés 7:14

En el día del bien goza del bien, y en el día de la adversidad, reflexiona. Dios hizo tanto...

REFLEXIÓN

En cierta ocasión, el amo de una viña grande mandó a uno de sus mejores criados a realizar...

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La diferencia entre el logro y el éxito

Publicación:  miércoles 1 marzo 2023   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



El reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. El que recibió cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que recibió dos, ganó también otros dos. Pero el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos”. Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”. Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos”. Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”.
Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo”. Respondiendo su señor, le dijo: “Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos, porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Mateo 25:14-30


Reflexión

Helen Hayes fue una actriz norteamericana cuya carrera se extendió por casi 80 años. Popularmente le decían “La Primera Dama del Teatro Americano”, y fue una de las doce personas que ganaron los premios Emmy, Grammy, Oscar y Tony. Hayes también recibió de manos del Presidente Ronald Regan la “Medalla Presidencial a la Libertad” el más grande honor que se le puede hacer a un civil en los Estados Unidos.

Ella una vez dijo que su madre le describió la diferencia entre el logro y el éxito. Su madre le aconsejó que “el logro es el conocimiento que tienes al saber que estudiaste y trabajaste duro haciendo lo mejor que está en ti. Éxito es ser alabado por otros. Eso es lindo también, pero no  es tan importante o satisfactorio. Siempre dirígete hacia el logro, le dijo,  y olvida el éxito.”

Mis queridos hermanos y amigos, cuando le entregamos nuestra vida al Señor, la única alabanza que esperaremos es la que provenga de Él cuando nos diga, dándonos unas palmadas en el hombro, lo siguiente: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”.

El logro nuestro consiste en usar los dones y talento que el Señor nos dio para Su servicio y el de nuestros semejantes. Allí donde ejercemos nuestras labores diarias, utilizamos nuestras facultades y esfuerzo para hacer todo con excelencia, de forma tal que nuestro trabajo se convierte en servicio. ¿Porqué lo hacemos? La razón es muy simple… servimos al Señor de la excelencia”.

Que Dios te bendiga