Lectura de hoy

Por un simple acto

Romanos 8:28

Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a...

REFLEXIÓN

Un Día de Acción de Gracias hace muchos años, una joven familia despertó en una situación...

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Estudio Bíblico de la semana

F.03.- La Intercesión

Lecturas Estudio que se ocupa de contestar a la pregunta ¿Cómo le pido a Dios? ...

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¿Hacia donde corres?

Publicación:  jueves 16 febrero 2023   |  Escuchar Audio  Escuchar Audio |  Enviar a un amigo Enviar a un amigo



El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová: «Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré».
Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y protección es su verdad.
No temerás al terror nocturno ni a la saeta que vuele de día, ni a la pestilencia que ande en la oscuridad, ni a mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegarán.
Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos.
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada, pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y la víbora pisarás; herirás al cachorro del león y al dragón.
«Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré.
Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación»
Salmos 91


Reflexión

Un hombre cuenta la historia de algo que sucedió mientras su papá estaba cazando venados en los bosques de Oregon. Dice así:

Con el rifle acunado en el hueco de sus brazos, mi padre iba por un antiguo camino de leñadores casi borrado por la exuberante espesura. Caía la tarde y estaba pensando en regresar al campamento cuando oyó un ruido en los arbustos cerca de él. Antes de que tuviera oportunidad de levantar el rifle, un bultito color café y blanco corrió hacia él a toda velocidad.

"Todo sucedió tan rápido, que papá apenas tuvo tiempo de pensar. Miró hacia abajo y allí estaba un conejito color café, en extremo agotado, acurrucado contra sus piernas entre sus botas. La cosita temblaba como una hoja, pero allí estaba sin moverse.

Esto era sumamente extraño. Los conejos silvestres tienen miedo de la gente y ni siquiera es fácil llega a ver alguno... mucho menos uno que venga y se siente en nuestros pies.

Mientras papá trataba de encontrarle explicación a aquello, otro actor entró en la escena: Más abajo una comadreja saltó al camino, cuando vio a mi padre, y a la que consideraba su presa, sentada a sus pies, el depredador quedó congelado, el hocico jadeante y los ojos con un brillo rojo.

Entonces papá comprendió que había irrumpido en medio de un pequeño drama de vida y muerte en el bosque. El conejito, exhausto por la persecución, estaba a solo minutos de la muerte. Papá era su última esperanza de refugio. Olvidando su natural recelo y miedo, el animalito instintivamente se había pegado a él buscando protección contra los afilados dientes de su implacable enemigo".

Mi padre no lo decepcionó: alzó su rifle, apuntó y disparó al suelo justo debajo de la comadreja. El animal pareció saltar casi recto al aire como un metro y entró disparado hacia el bosque de nuevo, a toda la velocidad que sus patas se lo permitían.

Durante un rato el conejito no se movió. Siguió echadito allí, acurrucado entre los pies del hombre mientras la tarde caía poco a poco y él le decía suavemente: “¿A donde fue tu enemigo, chiquitín? No pienso que te molestará por un tiempo. Parece que esta noche te has librado de la trampa.”

Pronto el conejito se fue saltando, alejándose de su protector para entrar en el bosque.

Mis queridos hermanos y amigos, y nosotros, ¿a dónde corremos en momentos de necesidad?

¿A dónde corremos cuando nos persiguen depredadores como los problemas, las preocupaciones y los temores?

¿Dónde nos escondemos cuando nuestro pasado nos persigue como un lobo implacable, tratando de destruirnos?

¿Dónde buscamos protección cuando las comadrejas de la tentación, la corrupción y la maldad amenazan con vencernos?

¿A dónde nos volvemos cuando nuestra energía se agota... cuando la debilidad nos embarga y sentimos que no podemos huir por más tiempo?

Nos volvemos a nuestro protector, Aquel que está firme con los brazos abiertos, esperando a que regresemos y nos refugiemos en la seguridad de todo lo que Él es. Refugiémonos siempre en los brazos amorosos de Jesús. Allí siempre hay protección y paz.

Que Dios te bendiga