Lectura de hoy
Por un simple acto
Romanos 8:28
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a...
REFLEXIÓN
Un Día de Acción de Gracias hace muchos años, una joven familia despertó en una situación...
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Estudio Bíblico de la semana
F.03.- La Intercesión
Estudio que se ocupa de contestar a la pregunta ¿Cómo le pido a Dios? ... |
A correr como locos
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Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia y nada podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, pero no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Santiago 4:2-3
Reflexión
Una día se escuchó la historia de un hombre bueno que salió a caminar por una hilera de casas muy suntuosas de estilo victoriano.
Mientras paseaba por allí divisó un muchachito saltando en el portal de una de ellas, bella y antigua.
Estaba tratando de alcanzar el timbre que se hallaba en un lugar alto al lado de la puerta, pero era muy pequeño para llegar.
Sintiendo pena por el muchacho, el hombre llegó hasta allí, entró en el portal y tocó el timbre con fuerza por él.
Entonces sonrió y le dijo: «¿Y ahora qué, jovencito?»
«Ahora», exclamó el muchacho, «¡a correr como locos!» Fue cómico ver al hombre correr con el muchacho.
Mis queridos hermanos y amigos, el hombre de esta historia juzgó mal los motivos del muchacho, pero Dios no comete esos errores en cuanto a nuestros motivos se refiere. Cuando estos no son buenos, nuestras oraciones son contestadas con un NO rotundo que viene de lo alto. Difícilmente recibimos lo que pedimos.
Solo Dios sabe lo que conviene y por eso solo Él está en capacidad de otorgarlo. Aprendamos a orar en Su voluntad y no en la nuestra. Cuando Su voluntad y la nuestra están alineadas, Él nos concede todo lo que pedimos… todo.
Que Dios te bendiga
Mientras paseaba por allí divisó un muchachito saltando en el portal de una de ellas, bella y antigua.
Estaba tratando de alcanzar el timbre que se hallaba en un lugar alto al lado de la puerta, pero era muy pequeño para llegar.
Sintiendo pena por el muchacho, el hombre llegó hasta allí, entró en el portal y tocó el timbre con fuerza por él.
Entonces sonrió y le dijo: «¿Y ahora qué, jovencito?»
«Ahora», exclamó el muchacho, «¡a correr como locos!» Fue cómico ver al hombre correr con el muchacho.
Mis queridos hermanos y amigos, el hombre de esta historia juzgó mal los motivos del muchacho, pero Dios no comete esos errores en cuanto a nuestros motivos se refiere. Cuando estos no son buenos, nuestras oraciones son contestadas con un NO rotundo que viene de lo alto. Difícilmente recibimos lo que pedimos.
Solo Dios sabe lo que conviene y por eso solo Él está en capacidad de otorgarlo. Aprendamos a orar en Su voluntad y no en la nuestra. Cuando Su voluntad y la nuestra están alineadas, Él nos concede todo lo que pedimos… todo.
Que Dios te bendiga